/ viernes 6 de noviembre de 2020

En una pandemia que lastima, pero también fortalece a familia de Orizaba

El confinamiento, puso en una situación excepcional a la familia Hernández Núñez. A la hora de compartir alimentos llegan otras 3 familias para ahorrar en el gasto

Veracruz.- El confinamiento a raíz de la pandemia por SARS-CoV-2 desde hace siete meses, puso en una situación excepcional a la familia Hernández Núñez, la de pasar las veinticuatro horas del día, juntos, en casa. Emelia es la mamá, viven con ella sus hijos Omar, Iliana y su nieta, Denis, pero a la hora de compartir alimentos llegan los de otras 3 familias que viven cerca, para ahorrar en el gasto.

Su vivienda es de una sola planta, el cuarto más grande es comedor, sala y dormitorio, otro espacio reducido lo ocupan de cocina.

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A pesar de que la vivienda es antigua, luce en perfectas condiciones. Iliana, la más pequeña de siete hermanos, quien vive junto con su mamá y su hermano Omar, relata que, si se llega a presentar alguna descompostura, él arregla el desperfecto.

Cuentan con refrigerador, horno de microondas (que les regalaron descompuesto, pero Omar lo reparó), y estufa de gas. En su alacena, donde guardan en una parte los utensilios de cocina, procuran tener también sopa de pasta, aceite, arroz y frijoles. En una caja aparte guardan las verduras y algunas frutas para comer a lo largo de la semana, unas, las compran en el mercado y otras, como el chayote, lo cultivan en una pequeña fracción del terreno donde viven.

Foto: Fotos Miguel Castillo | El Sol de Orizaba

Hasta antes de la pandemia, su alimentación, aunque sí incluía verduras porque algunos de los integrantes de la familia necesitan consumirlas, por padecer alguna enfermedad crónico degenerativa como diabetes e hipertensión, se permitían comer algún tipo de carne cuatro o cinco días de la semana. Ese hábito, cambió.

Actualmente, su desayuno habitual es a base de café con pan y ocasionalmente huevo que preparan en forma variada o tal vez, un poco de la comida del día anterior o frijoles.

En la comida invierten cada día alrededor de 150 pesos si los alimentos no incluyen carne, de lo contrario requiere por lo menos 50 o cien pesos más. Los platillos que elabora Iliana o doña Emelia es preferentemente a base de verduras como el chayote, que cultivan en una pequeña hortaliza en su traspatio, lo mismo que hierbas de olor como condimento; otros productos del campo como calabaza, elote, zanahoria, papa y ejote, los adquieren en el mercado Emiliano Zapata a donde llegan productores de la región a vender sus productos.

Foto: Fotos Miguel Castillo | El Sol de Orizaba

Su comida la acompañan generalmente con tortillas de máquina porque es más barato que comprar tortillas de mano, y agua simple o de fruta. Para la cena es suficiente un vaso con leche y tacos de queso.

Mientras comen sentados a la pequeña mesa de la cocina, Omar e Iliana platican que hay ocasiones en que, sin que se lo pidan, Emelia, su mamá, cuenta la historia de alguno de los personajes que aparecen en las fotografías que recubren las paredes de su casa, principalmente de Alcides, su esposo que falleció hace algunos años.

Foto: Fotos Miguel Castillo | El Sol de Orizaba

Las cuatro personas que viven en su hogar guardan la cuarentena, que ya lleva más de 200 días. Sólo sale uno de ellos una vez a la semana para hacer las compras que se necesitan para la comida, lo que llegue a faltar lo piden a sus vecinos.

Debido a que algunos de los integrantes de su familia resintieron la falta de trabajo, que les permita tener un ingreso fijo, decidieron unir esfuerzos para que a nadie le falte de comer. Es por ello que los gastos que genera la comida los solventan entre las tres familias, para aligerar la carga.

Foto: Fotos Miguel Castillo | El Sol de Orizaba

Los varones que se quedaron sin trabajo se las ingeniaron y uno de ellos hace compras, en moto, que le encargan vecinos y conocidos, con lo que obtiene un poco de recurso para aportar a los gastos diarios; otro con apoyo de su mamá y hermana prepara pambazos y vasos con fruta que vende entre los empleados que laboran o pasan por donde viven.

Omar e Iliana reconocen que hacer frente a esta situación, que consideran podría alargarse hasta el próximo año, de acuerdo con lo que escuchan en las noticias y leen, es difícil, sin embargo, confían en que saldrán adelante poco a poco.

Foto: Fotos Miguel Castillo | El Sol de Orizaba

Veracruz.- El confinamiento a raíz de la pandemia por SARS-CoV-2 desde hace siete meses, puso en una situación excepcional a la familia Hernández Núñez, la de pasar las veinticuatro horas del día, juntos, en casa. Emelia es la mamá, viven con ella sus hijos Omar, Iliana y su nieta, Denis, pero a la hora de compartir alimentos llegan los de otras 3 familias que viven cerca, para ahorrar en el gasto.

Su vivienda es de una sola planta, el cuarto más grande es comedor, sala y dormitorio, otro espacio reducido lo ocupan de cocina.

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A pesar de que la vivienda es antigua, luce en perfectas condiciones. Iliana, la más pequeña de siete hermanos, quien vive junto con su mamá y su hermano Omar, relata que, si se llega a presentar alguna descompostura, él arregla el desperfecto.

Cuentan con refrigerador, horno de microondas (que les regalaron descompuesto, pero Omar lo reparó), y estufa de gas. En su alacena, donde guardan en una parte los utensilios de cocina, procuran tener también sopa de pasta, aceite, arroz y frijoles. En una caja aparte guardan las verduras y algunas frutas para comer a lo largo de la semana, unas, las compran en el mercado y otras, como el chayote, lo cultivan en una pequeña fracción del terreno donde viven.

Foto: Fotos Miguel Castillo | El Sol de Orizaba

Hasta antes de la pandemia, su alimentación, aunque sí incluía verduras porque algunos de los integrantes de la familia necesitan consumirlas, por padecer alguna enfermedad crónico degenerativa como diabetes e hipertensión, se permitían comer algún tipo de carne cuatro o cinco días de la semana. Ese hábito, cambió.

Actualmente, su desayuno habitual es a base de café con pan y ocasionalmente huevo que preparan en forma variada o tal vez, un poco de la comida del día anterior o frijoles.

En la comida invierten cada día alrededor de 150 pesos si los alimentos no incluyen carne, de lo contrario requiere por lo menos 50 o cien pesos más. Los platillos que elabora Iliana o doña Emelia es preferentemente a base de verduras como el chayote, que cultivan en una pequeña hortaliza en su traspatio, lo mismo que hierbas de olor como condimento; otros productos del campo como calabaza, elote, zanahoria, papa y ejote, los adquieren en el mercado Emiliano Zapata a donde llegan productores de la región a vender sus productos.

Foto: Fotos Miguel Castillo | El Sol de Orizaba

Su comida la acompañan generalmente con tortillas de máquina porque es más barato que comprar tortillas de mano, y agua simple o de fruta. Para la cena es suficiente un vaso con leche y tacos de queso.

Mientras comen sentados a la pequeña mesa de la cocina, Omar e Iliana platican que hay ocasiones en que, sin que se lo pidan, Emelia, su mamá, cuenta la historia de alguno de los personajes que aparecen en las fotografías que recubren las paredes de su casa, principalmente de Alcides, su esposo que falleció hace algunos años.

Foto: Fotos Miguel Castillo | El Sol de Orizaba

Las cuatro personas que viven en su hogar guardan la cuarentena, que ya lleva más de 200 días. Sólo sale uno de ellos una vez a la semana para hacer las compras que se necesitan para la comida, lo que llegue a faltar lo piden a sus vecinos.

Debido a que algunos de los integrantes de su familia resintieron la falta de trabajo, que les permita tener un ingreso fijo, decidieron unir esfuerzos para que a nadie le falte de comer. Es por ello que los gastos que genera la comida los solventan entre las tres familias, para aligerar la carga.

Foto: Fotos Miguel Castillo | El Sol de Orizaba

Los varones que se quedaron sin trabajo se las ingeniaron y uno de ellos hace compras, en moto, que le encargan vecinos y conocidos, con lo que obtiene un poco de recurso para aportar a los gastos diarios; otro con apoyo de su mamá y hermana prepara pambazos y vasos con fruta que vende entre los empleados que laboran o pasan por donde viven.

Omar e Iliana reconocen que hacer frente a esta situación, que consideran podría alargarse hasta el próximo año, de acuerdo con lo que escuchan en las noticias y leen, es difícil, sin embargo, confían en que saldrán adelante poco a poco.

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