/ lunes 12 de marzo de 2018

Theresa May señala a Rusia como el responsable de envenenar a exespía

Dio plazo hasta el martes a Moscú para aclarar si usó el arma o cayó en manos de alguien

Una grave crisis diplomática estalló ayer entre el Reino Unido y Rusia cuando la primera ministra británica Theresa May denunció ayer ante el Parlamento que era “muy probable” que el Kremlin haya sido responsable del envenenamiento del ex espía Sergei Skripal y su hija Iulia, perpetrado el 4 de marzo en la ciudad de Salisbury (sur de Inglaterra).

En un discurso de tono extremadamente severo ante la Cámara de los Comunes, la jefa de gobierno emplazó a Moscú “hasta el martes” para que aclare si usó ese gas neurotóxico de tipo militar que se fabrica en Rusia, conocido como Novichok. Igualmente le exigió que informe a la Organización para la Prohibición de Armas Químicas.

La primera ministra indicó que su oficina convocó al embajador de Rusia en Londres para que explicara si había sido "una acción directa del Estado ruso" o el resultado de una "pérdida de control" de sus depósitos de agentes neurotóxicos. "Si no hay una respuesta creíble, concluiremos que esta acción equivale a un uso ilegal de la fuerza por parte del Estado ruso contra Gran Bretaña", indicó.

May calificó el ataque en territorio británico como “indiscriminado” y “temerario”. El envenenamiento de Sergei Skripal, perpetrado en la pizzería Zizzi de Salisbury donde el ex espía almorzó con su hija, también resultó afectado el primer policía que intervino para socorrerlos, que debió ser hospitalizado en estado crítico. La policía británica había confirmado la semana pasada que Skripal y su hija fueron envenenados de "forma deliberada" con un "agente nervioso".

Especialistas en temas de inteligencia interpretaron que se trataba de una represalia del servicio de inteligencia FSB (ex KGB) contra el ex espía, acusado de haberle vendido al MI-6 por 100.000 dólares las identidades de varios agentes rusos. Después de pasar seis años en la cárcel, entre 2004 y 2010, fue liberado con otros agentes occidentales en un canje por 10 espías rusos detenidos en Estados Unidos.

Esos expertos creen que el ataque contra Skripal, 12 años después de la eliminación del ex espía Alexandre Litvinenko envenenado en Londres en 2006 con polonio 210, constituye una nueva advertencia del FSB a los agentes rusos tentados de colaborar con servicios de inteligencia occidentales.

May se presentó al Parlamento después de presidir una reunión del Consejo de Seguridad Nacional, donde la cúpula del gobierno estudió las “evidencias concluyentes” presentadas por la policía anti-terrorista y los servicios de inteligencia sobre la responsabilidad del Kremlin en el ataque.

El gobierno británico también abrió un proceso de consultas con sus aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) para estudiar la conveniencia de una represalia. Se sabe que Londres estudia actualmente un “amplio espectro” de posibilidades que incluye desde la expulsión de diplomáticos rusos acreditados en Gran Bretaña y espías presentes en el Reino Unido hasta represalias económicas, así como la posibilidad de cancelar las visas y congelar los activos de los oligarcas vinculados con el Kremlin. Fuentes de Whitehall —como se denomina globalmente al gobierno británico— tampoco descartan la hipótesis de un ataque cibernético.

"Si llegamos a un punto en que podemos atribuir este atentado, lo haremos y el gobierno dará la respuesta apropiada", advirtió. Gran Bretaña “no puede aceptar” que se cometan “intentos de asesinato de civiles inocentes en nuestro territorio”, insistió.

El martes pasado, el canciller Boris Johnson había anticipado que el Reino Unido respondería de manera “contundente” en caso de confirmarse la responsabilidad de Rusia, país al que calificó de “fuerza maligna y alborotadora”.

Hasta ahora, el Kremlin ha negado toda implicación. El presidente ruso Vladimir Putin descartó ayer una pregunta sobre el escándalo durante un viaje al sur del país. Antes de hablar, las autoridades británicas deben “llegar hasta el fondo [de la investigación]. Luego discutiremos”, respondió al corresponsal de la BBC.

Pocas horas antes de la intervención de May en el Parlamento, el vocero del Kremlin, Dimitry Peskov, afirmó que el envenenamiento del ex espía “no atañe a Moscú”. “El ciudadano ruso [Skripal] trabajó para uno de los servicios especiales británicos, el incidente tuvo lugar en territorio británico y no es para nada un asunto de Rusia”, indicó en rueda de prensa.

La cancillería rusa rechazó también la acusación, calificándola de "provocación" y de "cuento de hadas". La portavoz del ministerio, Maria Zakharova, definió la exposición de Theresa May como "un espectáculo de circo en el Parlamento británico".

La embajada rusa en Londres, por su parte, también acusó al gobierno británico de estar jugando un juego "muy peligroso" con Rusia. A su vez, la televisión estatal rusa Rossiya acusó a Londres del envenenamiento de Skripal como una maniobra para boicotear el Mundial de fútbol que se disputará en junio próximo en Rusia.

Una grave crisis diplomática estalló ayer entre el Reino Unido y Rusia cuando la primera ministra británica Theresa May denunció ayer ante el Parlamento que era “muy probable” que el Kremlin haya sido responsable del envenenamiento del ex espía Sergei Skripal y su hija Iulia, perpetrado el 4 de marzo en la ciudad de Salisbury (sur de Inglaterra).

En un discurso de tono extremadamente severo ante la Cámara de los Comunes, la jefa de gobierno emplazó a Moscú “hasta el martes” para que aclare si usó ese gas neurotóxico de tipo militar que se fabrica en Rusia, conocido como Novichok. Igualmente le exigió que informe a la Organización para la Prohibición de Armas Químicas.

La primera ministra indicó que su oficina convocó al embajador de Rusia en Londres para que explicara si había sido "una acción directa del Estado ruso" o el resultado de una "pérdida de control" de sus depósitos de agentes neurotóxicos. "Si no hay una respuesta creíble, concluiremos que esta acción equivale a un uso ilegal de la fuerza por parte del Estado ruso contra Gran Bretaña", indicó.

May calificó el ataque en territorio británico como “indiscriminado” y “temerario”. El envenenamiento de Sergei Skripal, perpetrado en la pizzería Zizzi de Salisbury donde el ex espía almorzó con su hija, también resultó afectado el primer policía que intervino para socorrerlos, que debió ser hospitalizado en estado crítico. La policía británica había confirmado la semana pasada que Skripal y su hija fueron envenenados de "forma deliberada" con un "agente nervioso".

Especialistas en temas de inteligencia interpretaron que se trataba de una represalia del servicio de inteligencia FSB (ex KGB) contra el ex espía, acusado de haberle vendido al MI-6 por 100.000 dólares las identidades de varios agentes rusos. Después de pasar seis años en la cárcel, entre 2004 y 2010, fue liberado con otros agentes occidentales en un canje por 10 espías rusos detenidos en Estados Unidos.

Esos expertos creen que el ataque contra Skripal, 12 años después de la eliminación del ex espía Alexandre Litvinenko envenenado en Londres en 2006 con polonio 210, constituye una nueva advertencia del FSB a los agentes rusos tentados de colaborar con servicios de inteligencia occidentales.

May se presentó al Parlamento después de presidir una reunión del Consejo de Seguridad Nacional, donde la cúpula del gobierno estudió las “evidencias concluyentes” presentadas por la policía anti-terrorista y los servicios de inteligencia sobre la responsabilidad del Kremlin en el ataque.

El gobierno británico también abrió un proceso de consultas con sus aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) para estudiar la conveniencia de una represalia. Se sabe que Londres estudia actualmente un “amplio espectro” de posibilidades que incluye desde la expulsión de diplomáticos rusos acreditados en Gran Bretaña y espías presentes en el Reino Unido hasta represalias económicas, así como la posibilidad de cancelar las visas y congelar los activos de los oligarcas vinculados con el Kremlin. Fuentes de Whitehall —como se denomina globalmente al gobierno británico— tampoco descartan la hipótesis de un ataque cibernético.

"Si llegamos a un punto en que podemos atribuir este atentado, lo haremos y el gobierno dará la respuesta apropiada", advirtió. Gran Bretaña “no puede aceptar” que se cometan “intentos de asesinato de civiles inocentes en nuestro territorio”, insistió.

El martes pasado, el canciller Boris Johnson había anticipado que el Reino Unido respondería de manera “contundente” en caso de confirmarse la responsabilidad de Rusia, país al que calificó de “fuerza maligna y alborotadora”.

Hasta ahora, el Kremlin ha negado toda implicación. El presidente ruso Vladimir Putin descartó ayer una pregunta sobre el escándalo durante un viaje al sur del país. Antes de hablar, las autoridades británicas deben “llegar hasta el fondo [de la investigación]. Luego discutiremos”, respondió al corresponsal de la BBC.

Pocas horas antes de la intervención de May en el Parlamento, el vocero del Kremlin, Dimitry Peskov, afirmó que el envenenamiento del ex espía “no atañe a Moscú”. “El ciudadano ruso [Skripal] trabajó para uno de los servicios especiales británicos, el incidente tuvo lugar en territorio británico y no es para nada un asunto de Rusia”, indicó en rueda de prensa.

La cancillería rusa rechazó también la acusación, calificándola de "provocación" y de "cuento de hadas". La portavoz del ministerio, Maria Zakharova, definió la exposición de Theresa May como "un espectáculo de circo en el Parlamento británico".

La embajada rusa en Londres, por su parte, también acusó al gobierno británico de estar jugando un juego "muy peligroso" con Rusia. A su vez, la televisión estatal rusa Rossiya acusó a Londres del envenenamiento de Skripal como una maniobra para boicotear el Mundial de fútbol que se disputará en junio próximo en Rusia.

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