Alrededor de 100,000 personas celebraron hoy en la ciudad israelí de Tel Aviv, a orillas del Mediterráneo, la popular marcha del Orgullo, el mayor y más festivo desfile LGTB de Oriente Medio.
En bañador, con el cuerpo maquillado o con escasa ropa para aguantar las altas temperaturas, que aliviaban los vecinos desde las terrazas arrojando agua, los participantes coincidieron sobre todo en la exaltación no sólo por la marcada fecha sino porque el año pasado quedó suspendida por la pandemia.
Este año, el veto de la entrada de turistas a Israel, que todavía está en vigor desde el inicio de la pandemia, impidió la asistencia de los miles de extranjeros que acuden anualmente al desfile, que se celebra en la ciudad desde 1998.
"Especialmente después del coronavirus es un alivio, nadie sabe lo que pasará en el futuro, pero ahora es un desahogo volver a quedar con gente, volver a la fiesta, a tu vida... ahora ya no la das por sentada", declaró el israelí Yuval Yunger, de 41 años, cuya voz apenas era audible por la alta música.
El ministro de Sanidad israelí y abiertamente homosexual, Nitzan Horowitz, recomendó a los asistentes el uso de la mascarilla, aunque desde mediados de abril ya no es obligatoria al aire libre en Israel, pero desde hoy vuelve a serlo en interiores por el aumento de contagios. Sin embargo, pocos fueron los asistentes que la llevaron.
Horowitz es parte del nuevo Gobierno de coalición israelí, sin partidos ultraortodoxos y con integrantes de formaciones de centro-izquierda con medidas en sus programas para ampliar los derechos de esta comunidad, que también fue comidilla entre los participantes.
"Me siento muy bien, especialmente desde que el Gobierno cambió, a lo mejor habrá también cambios con Meretz (partido izquierdista), para poder tener hijos. Soy muy optimista con el futuro", reconoció Yunger.
Desde el mediodía, las calles de Tel Aviv eran una fiesta de baile y entusiasmo, con las carreteras y la playa abarrotadas de decenas de miles de personas que se unieron al desfile encabezado por seis grandes carrozas que recorrieron el paso marítimo hacia el sur.
Para el israelí Netanel Par, de 27 años, era la primera vez. "Me sentí un poco extraño porque vengo de una comunidad ortodoxa (judía), pero ahora ya bien, es muy divertido. Vine para apoyar la libre elección de la gente", declaró.
A diferencia del tono reivindicativo en la conservadora Jerusalén, que se celebró a principios de mes y bajo estrictas medidas de seguridad desde que un ultraortodoxo asesinara a una joven participante en 2015, Tel Aviv se ha convertido en una de las atracciones veraniegas para Israel.
Ofer Neumann, el director de la ONG israelí IGY (Israel Gay Youth), que da apoyo a jóvenes de esta comunidad, declaró al digital Ynet que la organización está ampliando su trabajo a sectores nuevos y más conservadores de la sociedad israelí, especialmente religiosos.
Las denuncias por discriminación contra la comunidad LGTB aumentaron un 27% durante 2020 en Israel en un contexto marcado por confinamientos debido al coronavirus que implicó un incremento de agresiones homófobas en el ámbito familiar, según denunció la ONG israelí Agudá en su informe anual.
Tel Aviv es vista, sin embargo, como una de las ciudades más abiertas del mundo para este colectivo.
"Los derechos LGTBQ no son simplemente un asunto de la comunidad gay. Son un asunto de democracia y humanidad", reivindicó el alcalde de la localidad, Ron Huldai.
Los bailes no pararon durante todo el día, tanto en los casi dos kilómetros de recorrido como en los espectáculos celebrados al final de la marcha en el parque Carlos Cloe.
La convocatoria terminó antes de la entrada al atardecer del Shabat, jornada de descanso judía, pero la fiesta continuó con miles de personas en las calles multicolores de Tel Aviv.
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