La fe volvió hoy a la procesión del Domingo de Ramos en Jerusalén, que recrea la entrada triunfal de Jesús desde el Monte de los Olivos, aunque en esta ocasión contó sólo con la presencia de locales palestinos y residentes internacionales, debido a la ausencia de peregrinos por la pandemia.
A diferencia de años anteriores, en los que participan miles de fieles de todo el mundo, la de hoy fue una procesión menor pero aún así concurrida y con la música, el entusiasmo y el agitar de hojas de palma que la caracterizan, después de que en 2020 fuera suspendida por el Covid-19.
"En el Domingo de Ramos comenzamos la Semana Santa. Este año, gracias a Dios, podemos celebrar, este año sí. Hay mucha gente, no tanta como lo normal, pero mucho mejor", declaró el patriarca latino, Pierbattista Pizzaballa.
Tras la bendición de los ramos y una misa en la Iglesia del Santo Sepulcro a primera hora de la mañana, el Domingo de Ramos siguió en el Santuario de Betfagé, que protege la piedra en la que, según la tradición, Jesucristo se apoyó para subir al burro que lo trasladó a la ciudad hace más de 2.000 años.
SEMANA SANTA SIN PEREGRINOS
Esta Semana Santa transcurrirá sin peregrinos en Israel, con las fronteras exteriores cerradas a turistas extranjeros desde marzo de 2020 para contener la propagación del Covid-19.
Tampoco asistieron los miles de cristianos de Cisjordania y de la franja de Gaza, territorios ocupados y cuyas fronteras controla Israel, que solían obtener permisos israelíes para acceder a Jerusalén, porque la parte este, donde se desarrolla la Semana Santa, también está anexionada.
Destacaron comunidades católicas palestinas de la ciudad a la cabeza de la procesión en la entrada a la ciudad amurallada y comunidades religiosas con presencia en Tierra Santa, así como residentes extranjeros.
"Es muy significativo estar en esta procesión después un año encerrados", aseguró Ana Carmona, mexicana residente en Jerusalén, que se mostró "emocionada" por una Semana Santa que a diferencia de su país es "más intensa".
"Nuestro señor vivió aquí y estoy siguiendo sus pasos", declaró Carmona.
VUELVE LA SEMANA SANTA, AÚN DIFERENTE
Durante el descenso por el Monte, la marcha se paró por primera vez frente a la iglesia de Dominus Flevit para bendecir Jerusalén, donde según los evangelios Jesús lloró por la ciudad.
Ya en la Puerta de los Leones, el final del recorrido que da acceso a la ciudad amurallada, Pizzaballa bendijo a los presentes y defendió que "la misión de la iglesia" es "rezar por la paz" de la Ciudad Santa.
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"En la que todos sus habitantes y todos los creyentes encuentran su alma", declaró subido a una mesa de madera para alcanzar con la mirada a los fieles que se amontonaron en la cuesta y que aplaudieron y agitaron las palmas.
Ahí terminó este año la procesión que no pudo celebrar el final tradicional en la Iglesia de Santa Ana, donde marca la tradición que vivieron Santa Ana y San Joaquín, padres de la Virgen María. El templo permaneció cerrado para evitar aglomeraciones.
Pizzaballa dijo que espera que la procesión de hoy y esta Semana Santa marquen "un nuevo comienzo" para "todo el mundo".
El inicio de la Semana Santa de hoy coincide con la semana festiva de la Pascua judía, Pésaj, que también ha podido recuperar sus tradicionales ritos.
Jerusalén seguirá con sus celebraciones y el próximo jueves rememorará el Lavatorio de Pies y la Hora Santa en el Huerto de Getsemaní. El viernes conmemorará la Crucifixión de Jesús con un recorrido por las catorce estaciones de la Vía Dolorosa, entre las piedras de la Ciudad Vieja que han vuelto a revivir.