La Unesco defendió hoy la necesidad de que no se vea la enseñanza como otra víctima de la pandemia de coronavirus sino como una solución, y advirtió del riesgo de una catástrofe generacional si se mantienen las escuelas cerradas.
En la conferencia "Un año de Covid: Priorizar la recuperación educativa para evitar una catástrofe generacional", la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) recordó que en 2020 hubo 100 millones de niños más que no tendrán los conocimientos mínimos de lectura.
Esto supone que la cifra inicial de cerca de 500 millones (483) que había en 2019 ha subido brutalmente en un año hasta rozar los 600 millones.
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"Cada mes que una escuela permanece cerrada se pierden dos meses de enseñanzas", explicó en la apertura la subdirectora de la Unesco, Stefania Giannini, quien destacó que la tendencia de cierre de escuelas se está invirtiendo.
En la actualidad, las escuelas están totalmente abiertas en casi la mitad de países del mundo, 107, y al menos 70 las mantienen parcialmente abiertas, pero unos 800 millones de alumnos siguen afectados por los cierres parciales o totales de clases.
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Giannini lamentó que de los 14 billones de dólares movilizados para luchar contra el Covid-19 a nivel global, tan solo un 2% de esa cantidad fue dedicado a la educación.
"Nuestra misión hoy es evitar una catástrofe generacional. Tenemos la responsabilidad de hacer de la educación una parte fundamental para combatir la crisis sanitaria", apuntó.
Para la responsable, la inversión en educación es una cuestión de visión política y compromiso al futuro.
"La educación no puede ser la víctima de la crisis pero puede ser una gran solución", añadió.
El director de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, y el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, intervinieron para alertar del riesgo de que la crisis siga aumentando el nivel de desigualdades, como se está constatando ya, y recordaron que la escuela debe ser la última institución en cerrar y la primera en reabrir.
EDUCACIÓN A DISTANCIA Y CUIDADO MENTAL
En la conferencia, que fue retransmitida en línea en YouTube, participaron decenas de ministros de Educación de todo el mundo, entre ellos los de Argentina, Paraguay, Nicaragua, Cuba, República Dominicana, Colombia, Canadá, Francia, Bélgica, Mauritania, Indonesia, Catar o Siria.
En sus breves intervenciones destacaron la situación educativa en su país y algunas de las medidas aplicadas para limitar el impacto, que, en general, han pasado por facilitar la enseñanza a distancia a través de los ordenadores o programas en televisión y radio.
Tal es el ejemplo de Cuba, donde como explicó la viceministra de Educación, Dania López, un 70% del programa del curso 2020-2021 se ha completado gracias a invenciones como un sistema de actividades transmitidas por televisión y radio con el objetivo además de proteger la salud mental de los alumnos.
En países como República Dominicana, la educación se ha mantenido a distancia con los centros escolares abiertos únicamente para el personal directivo y programas de apoyo psicológico para los docentes, que han sido ya vacunados como población prioritaria con al menos la primera dosis.
Los profesores son considerados población prioritaria para recibir las inoculaciones también en Argentina, donde para favorecer la reapertura de las clases el sistema Cuidar Escuelas ha permitido señalar con rapidez casos de contagio en los centros, recordó su ministro de Educación, Nicolás Trotta.
Algunos países pusieron el acento en la importancia de vigilar y cuidar también de la salud mental de los alumnos, pero ninguno habló de planes de nutrición, pese a que la escuela es para muchos niños la única forma de tener una comida de calidad al día, advirtieron los responsables de la Unesco.
El organismo instó a los dirigentes a mantener la confianza en los profesores y escucharlos, y alabó la labor de quienes han optado por vacunarlos con prioridad, una decisión que no es mayoritaria en el seno de los países que intervinieron en el encuentro.
Para la Unesco, las prioridades de los países, además de garantizar la seguridad de la comunidad escolar, deben ser velar porque ningún alumno se quede atrás, acelerar las herramientas digitales para permitir que los niños sigan aprendiendo y hacer que los profesores se sientan seguros y apoyados.