/ jueves 1 de noviembre de 2018

Migrantes quieren legalizarse pero quedan atrapados en la burocracia mexicana

Arturo Martínez, llegó hace un mes a Tapachula de manera ilegal, huyendo de la violencia y pobreza en su país. Busca legalizarse pero pasa un sin fin de peripecias

Chiapas.- Cientos de migrantes que pretende permanecer en México deben hacer un sin fin de peripecias para poder hacer el proceso y documentación, ya que su realidad no les permite "darse el lujo" de tomarse un tiempo para arreglar sus documentos legales.

Un ejemplo lo dio a El Sol de México la familia Martínez, un matrimonio de Honduras que actualmente está arreglando su situación para permanecer de manera legal en territorio mexicano.

Arturo Martínez, llegó hace un mes a Tapachula de manera ilegal, huyendo de la violencia y pobreza en su país, como la gran mayoría de sus compatriotas.

Él y su esposa, Sandra de Martínez, tenían en Honduras un negocio propio de transporte concesionado, con los ahorros de su vida, el matrimonio había logrado comprar cuatro unidades de transporte que ellos mismos trabajaban para generar ingresos.

Actualmente tienen dos hijos, un joven de 15 años y un bebé de 2 años, al inicio de su matrimonio todo parecía ir bien.

El trabajo y la inversión para su negocio comenzaba a rendir frutos, y eso que Arturo ya pagaba 150 dólares mensuales a la MS-13 (Mara Salvatrucha), aún con esa "renta" como le dicen coloquialmente, actividad que se ha normalizado en Honduras ya que las autoridades no logran hacer nada contra ese tipo de extorsión.

Arturo y Sandra vivían en el poblado de Zaragoza, el centro de dos territorios liderados por pandillas rivales, pero un tercer grupo entró al desquite.

Un día, cuenta Arturo, una camioneta con dos jóvenes de entre 15 y 17 años con arma de fuego le ordenaron que, a partir del día siguiente tendría que pagar una nueva renta de 250 dólares.

Ahora con dos rentas a grupos pandilleros y una nueva amenaza mortal en contra de su hijo de 15 años, el negocio se volvió insostenible, por lo que Arturo tomó la decisión de salir de Honduras para buscar seguridad para él y su familia en México.

Foto Roberto Hernández | Enviado

Él fue el primero en viajar a territorio mexicano, le siguió su esposa Sandra.

Ella cuenta que además de la extorsionan permanentemente, la Mara simplemente llega, te saca de tu hogar y se la expropian.

Asegura que la misma policía en Honduras está coludida con estos grupos criminales, y lo comprobó, dijo, al ver lo que le pasó a un compañero de colegio de su hijo mayor, que siendo alumno de noveno grado, (tercero de secundaria en México), un grupo de pandilleros le pidió ser informante en su colonia, al paso del tiempo le pidieron que asesinara a una persona. El joven se negó y levantó una denuncia, al día siguiente de levantar la denuncia, el chico fue asesinado.

"En Honduras para vivir tranquilo, o eres pobre o eres malo", Arturo Martínez hace esa afirmación al narrar cómo perdió todo su patrimonio por culpa del crimen en su país, asegura que sólo la gente que gana el mínimo puede vivir en paz, cuando alguien busca crecer es frenado por los extorsionadores.

Arturo llegó a México y consiguió trabajo lavando autos, y actualmente trabaja como empleado en una ferretería donde gana 900 pesos a la semana y, aunque no tiene días de descanso y su sueldo sólo le alcanza para rentar un solo cuarto para toda la familia, asegura sentirse más tranquilo.

Ahora lo que le preocupa es terminar el proceso para formalizar su documentación y permanecer en México legalmente.

Este jueves, el migrante hondureño pasó más de 15 horas formado en la fila de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR), en donde no logra terminar el papeleo.

Su jefe en la ferretería no le da permisos, y le dijo que no podía darle trato especial ya que mucho le ayuda dándole empleo. Pero hoy Arturo faltó a su trabajo y sabe que le descontarán el día por haber faltado sin permiso.

Comenta que no puede viajar en transporte colectivo porque se arriesga a ser detenido por migración, ya que los retenes regularmente revisan ese tipo de transporte.

Arturo asegura que no sirve de nada tener en proceso su legalización, pues aún así migración te detiene. Es por eso que debe tomar taxis para moverse en la zona. Pero estos se aprovechan de la situación y a todo el pasaje le preguntan si traen sus papeles. Si eres mexicano te cobran “normal”, si eres extranjero y sin documentos, te cobran mucho más.

Arturo paga 500 pesos de taxi para poder llegar a la COMAR, pierde el día completo sin poder realizar su trámite, y quizá le pidan volver otro día para seguir con el proceso.

A Arturo le preocupa perder su trabajo por realizar los trámites debidos, también le preocupa ser deportado por no realizar los trámites lo antes posible, pero sonriente, dice que saldrá de esta situación, porque en su país estaría peor, quizá ya estaría muerto.



Chiapas.- Cientos de migrantes que pretende permanecer en México deben hacer un sin fin de peripecias para poder hacer el proceso y documentación, ya que su realidad no les permite "darse el lujo" de tomarse un tiempo para arreglar sus documentos legales.

Un ejemplo lo dio a El Sol de México la familia Martínez, un matrimonio de Honduras que actualmente está arreglando su situación para permanecer de manera legal en territorio mexicano.

Arturo Martínez, llegó hace un mes a Tapachula de manera ilegal, huyendo de la violencia y pobreza en su país, como la gran mayoría de sus compatriotas.

Él y su esposa, Sandra de Martínez, tenían en Honduras un negocio propio de transporte concesionado, con los ahorros de su vida, el matrimonio había logrado comprar cuatro unidades de transporte que ellos mismos trabajaban para generar ingresos.

Actualmente tienen dos hijos, un joven de 15 años y un bebé de 2 años, al inicio de su matrimonio todo parecía ir bien.

El trabajo y la inversión para su negocio comenzaba a rendir frutos, y eso que Arturo ya pagaba 150 dólares mensuales a la MS-13 (Mara Salvatrucha), aún con esa "renta" como le dicen coloquialmente, actividad que se ha normalizado en Honduras ya que las autoridades no logran hacer nada contra ese tipo de extorsión.

Arturo y Sandra vivían en el poblado de Zaragoza, el centro de dos territorios liderados por pandillas rivales, pero un tercer grupo entró al desquite.

Un día, cuenta Arturo, una camioneta con dos jóvenes de entre 15 y 17 años con arma de fuego le ordenaron que, a partir del día siguiente tendría que pagar una nueva renta de 250 dólares.

Ahora con dos rentas a grupos pandilleros y una nueva amenaza mortal en contra de su hijo de 15 años, el negocio se volvió insostenible, por lo que Arturo tomó la decisión de salir de Honduras para buscar seguridad para él y su familia en México.

Foto Roberto Hernández | Enviado

Él fue el primero en viajar a territorio mexicano, le siguió su esposa Sandra.

Ella cuenta que además de la extorsionan permanentemente, la Mara simplemente llega, te saca de tu hogar y se la expropian.

Asegura que la misma policía en Honduras está coludida con estos grupos criminales, y lo comprobó, dijo, al ver lo que le pasó a un compañero de colegio de su hijo mayor, que siendo alumno de noveno grado, (tercero de secundaria en México), un grupo de pandilleros le pidió ser informante en su colonia, al paso del tiempo le pidieron que asesinara a una persona. El joven se negó y levantó una denuncia, al día siguiente de levantar la denuncia, el chico fue asesinado.

"En Honduras para vivir tranquilo, o eres pobre o eres malo", Arturo Martínez hace esa afirmación al narrar cómo perdió todo su patrimonio por culpa del crimen en su país, asegura que sólo la gente que gana el mínimo puede vivir en paz, cuando alguien busca crecer es frenado por los extorsionadores.

Arturo llegó a México y consiguió trabajo lavando autos, y actualmente trabaja como empleado en una ferretería donde gana 900 pesos a la semana y, aunque no tiene días de descanso y su sueldo sólo le alcanza para rentar un solo cuarto para toda la familia, asegura sentirse más tranquilo.

Ahora lo que le preocupa es terminar el proceso para formalizar su documentación y permanecer en México legalmente.

Este jueves, el migrante hondureño pasó más de 15 horas formado en la fila de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR), en donde no logra terminar el papeleo.

Su jefe en la ferretería no le da permisos, y le dijo que no podía darle trato especial ya que mucho le ayuda dándole empleo. Pero hoy Arturo faltó a su trabajo y sabe que le descontarán el día por haber faltado sin permiso.

Comenta que no puede viajar en transporte colectivo porque se arriesga a ser detenido por migración, ya que los retenes regularmente revisan ese tipo de transporte.

Arturo asegura que no sirve de nada tener en proceso su legalización, pues aún así migración te detiene. Es por eso que debe tomar taxis para moverse en la zona. Pero estos se aprovechan de la situación y a todo el pasaje le preguntan si traen sus papeles. Si eres mexicano te cobran “normal”, si eres extranjero y sin documentos, te cobran mucho más.

Arturo paga 500 pesos de taxi para poder llegar a la COMAR, pierde el día completo sin poder realizar su trámite, y quizá le pidan volver otro día para seguir con el proceso.

A Arturo le preocupa perder su trabajo por realizar los trámites debidos, también le preocupa ser deportado por no realizar los trámites lo antes posible, pero sonriente, dice que saldrá de esta situación, porque en su país estaría peor, quizá ya estaría muerto.



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