/ lunes 11 de mayo de 2020

[Video] ¿La pandemia se convirtió en un asunto de clases sociales?

La enfermedad aterrizó en la cima de la pirámide social mexicana y fue descendiendo a los sótanos de las clases bajas conforme avanzaron las fases de la emergencia sanitaria

No, el coronavirus no es clasista. Sin embargo, la pandemia sí tiene un matiz de clases sociales. Desde Asia, Europa y Estados Unidos la enfermedad aterrizó en la cima de la pirámide social mexicana y fue descendiendo a los sótanos de las clases bajas conforme avanzaron las fases de la emergencia sanitaria. Ahí el virus encontró el terreno propicio para dispersarse: alta densidad poblacional y hacinamiento que vuelven relativo el aislamiento y la cuarentena, una economía informal que mantienen a la gente en la calle buscando el ingreso del día y no da seguridad social, una precaria condición de salud que pone en mayor riesgo a quien se enferme de Covid-19.

Los números oficiales indican que la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM) es el foco rojo nacional, en particular el oriente de la Ciudad de México. Hasta ahora no hay una explicación sobre por qué esta región es la más afectada, pero académicos ya se empiezan a formular algunas hipótesis sobre la posible correlación entre el alto número de contagios, la densidad poblacional de esta región y los índices de pobreza y marginación que padece. La pandemia lo que ha hecho, afirman, es sacar a flote las desigualdades y contrastes que hay en la capital mexicana, que aporta una cuarta parte del Producto Interno Bruto nacional.

Definida por el cronista argentino Martín Caparrós como “la ciudad desbocada”, esta metrópolis es la mayor concentración urbana del país: abarca siete mil 866 kilómetros cuadrados, casi cinco veces el tamaño de la región del Gran Londres, de acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), y alberga a 20 millones de habitantes. De estos, 5.8 millones, es decir el 30 por ciento de toda la ZMVM, habita solamente en cuatro territorios: Iztapalapa, Gustavo A. Madero, Ecatepec y Nezahualcóyotl. Esta población es equiparable a la de Madrid y Barcelona, en España, con 6.6 y 5.5 millones de habitantes respectivamente.

Son estos cuatro territorios los que encabezan la lista de contagios a nivel municipal en sus respectivas entidades. Administrativamente son municipios diferentes, pero en lo cotidiano son parte de un mismo conjunto urbano. En Iztapalapa, que es el municipio con mayor número de casos confirmados de todo el país, una población de por lo menos 26 mil personas sobrevive malamente en viviendas hacinadas y precarias, algunas con techos de lámina, asentadas en territorios informales, sin seguridad social, sin agua corriente y sin ingresos fijos.

Vivir con 70 pesos al día

Es el caso de María de la Paz Cruz, quien lleva 24 de sus 56 años viviendo en el predio conocido como Impecsa, un asentamiento informal en la colonia Ermita Zaragoza, en Iztapalapa, cerca de la frontera con Nezahualcóyotl, donde 250 personas viven hacinadas. Su casa está al fondo de un patio que es protegido por una figura de la Virgen de Guadalupe. Se trata de un cuarto de unos 30 metros cuadrados dividido en una sala, una pequeña cocina donde apenas cabe una estufa, un baño sin puerta y dos habitaciones separadas por cortinas que cuelgan del techo. En caso de un contagio de Covid-19, aislarse de su esposo o su hijo de nueve años sería imposible, admite.

Asentamientos informales como éste surgieron en la década de los años 40, cuando la población, principalmente campesina, que migró de otros estados a la Ciudad de México para emplearse en el sector industrial no tuvo posibilidad de costear una vida en la ciudad central –que para entonces abarcaba un poco más allá del casco antiguo del Centro Histórico- y tuvieron que asentarse en pequeñas casas improvisadas en terrenos alejados, en el antiguo Lago de Texcoco, un desierto salino que carecía de nombre. Así nació Ciudad Nezahualcóyotl, donde hoy habitan más de un millón 39 mil personas, y surgió lo que hoy llamamos la periferia.

María de la Paz Cruz es parte de esa población periférica, relegada con los años a las orillas de la ciudad central, donde aún es posible encontrar escenas como sacadas de la película Los Olvidados, del director español Luis Buñuel. En el predio Impecsa cumplir con el lavado de manos frecuente “es más difícil porque no hay agua, tenemos que salir a acarrear unos botes de allá afuera. Ya no estamos en condiciones, yo ya estoy grande, mi esposo está mal de sus pies, no podemos estar acarreando agua. Nos dicen que compremos nuestro gel (antibacterial), el litro está a 70 pesos, o comemos o compramos gel”, dice María entre risas resignadas mientras su esposo está fuera, vendiendo flores en los autobuses de transporte público de la zona, en compañía de su hijo de nueve años. “Él tiene que salir porque nosotros vivimos al día, ahorita ha estado ganándose 40 pesos, 70 pesos”, cuenta.

En su artículo Zona Metropolitana del Valle de México: neoliberalismo y contradicciones urbanas, publicado en 2016, el doctor en urbanismo y fundador del Centro de Estudios de la Zona Metropolitana A.C., Emilio Pradilla Cobos afirma que esta metrópolis “es la mayor concentración de pobres del país”. En entrevista para El Sol de México abunda: “creo que esta pandemia está poniendo a flote todas las contradicciones que tienen nuestras ciudades en América Latina”. Para él hay indicios de que esta emergencia sanitaria tiene un matiz de clases sociales, puesto que hasta ahora la población de menores ingresos es la más afectada.

Foto Mauricio Huizar | El Sol de México

“Juntamos malas condiciones de vivienda, malas condiciones de infraestructura y servicios públicos y una condición económica de una enorme vulnerabilidad, llevan a que pasados los primeros días y cuando ya se inicia el contagio comunitario vaya hacia estos sectores de la población”, que, lamenta “ni siquiera podrían llevar a su paciente al hospital en un transporte que no sea el transporte público, es decir, contaminando a los demás, no pueden dejar de utilizar el transporte público, va la vida en eso”.

“Recordemos que la Zona Metropolitana del Valle de México tiene un porcentaje de cerca del 60 por ciento de Población Económicamente Activa que trabaja informalmente, según datos de INEGI. Es población que tiene que buscar su sustento día con día fundamentalmente en la calle y es por eso que vemos que día con día hay problemas con los tianguis, con vendedores ambulantes, indígenas en el Zócalo, porque es una población que no tienen ningún tipo de garantía de subsistencia, vive al día y tiene que buscar al día su sustento”, añade.

Foto Mauricio Huizar | El Sol de México

Que se guarde… quien pueda

Al pie de la entrada de su casa María de la Cruz se lamenta: “es bien difícil la situación porque no podemos salir y no hay nada para comprar, ya todos los negocios los cerraron, está bien caro, no hay dinero, no hay trabajo. Hay miedo, más porque están diciendo que (el coronavirus) lo van a aventar por el aire, nos da miedo salir, más por nuestros hijos, uno como sea. Muchas veces el gobierno nos engaña, que hay cosas (como el coronavirus) y lo usan para otras cosas, que devalúan el peso o venden esto, venden lo otro, pero ahora fue mundial”.

El maestro en Sociología por la Universidad Iberoamericana, Francisco Bedolla reflexiona en entrevista: la interpretación de la información sobre la pandemia entre clases populares es clave: “en la casa donde yo vivo se pone un mercado sobre ruedas y he tenido oportunidad de ver que los vendedores andan como si nada hubiera pasado. Las respuestas que puedes escuchar son realmente interesantes: ‘es un problema política no se deje llevar profesor, es un invento de la guerra de Estados Unidos con China’, ese tipo de narrativas que tejen son muy sintomáticas, son una cerrazón a asumir el riesgo de una infección y a asumir los mensajes de la autoridad de que salgan lo menos posible”.

Foto Roberto Hernández | El Sol de México

“La hipótesis que yo tengo es que hay cierta formación de paradigmas, esto es previo a la pandemia, hay un cierto dejo que alcanzo a notar de un paradigma muy politicista. Vivimos en un país donde toda la tradición presidencialista en la que puedes dar cuenta del mundo si te fijas en lo que el más poderoso hace, porque lo que hace el poderoso es el que mueve los hilos de todo. Entonces todo lo que pase en la vida pues simplemente voltea a ver al poderoso y tendrás la clave para entender el mundo. Esta es una manera de simplificar y de construir narrativas. Cuando se dio el asesinato político de Colosio, inmediatamente el culpable era Salinas, por qué, pues porque es el presidente”, comenta Bedolla Cancino al teléfono y enfatiza que estas narrativas ayudan a esta población a salir a buscarse el ingreso del día sin tanto temor.

La experta en temas de vivienda, maestra en Desarrollo Urbano por la Universidad Católica de Chile y académica en la UNAM, Rosalba González Loyde señala: “cuando hablaba que hay algo de clase en este tema (de la pandemia) es justamente visualizar quién o quiénes están sustentando el que algunos de nosotros podamos quedarnos en casa, tampoco digo que vivir en otras zonas de la ciudad sea mejor, pero solamente entender cómo se configura, cómo es probable dé raíz para entender cómo va avanzando la pandemia y letalidad para ciertas zonas”.

Foto Roberto Hernández | El Sol de México

“El quédate en casa aplica bajo ciertas condiciones, tiene muchas letras chiquitas que tienen que ver con si puedes quedarte en casa, si en tu trabajo te permiten que hagas el trabajo desde casa o si tu trabajo se puede realizar desde casa, si tienes las condiciones para abastecerte continuamente de comida, de servicios sin tener que salir de casa, si no tienes gente dependiente de ti, como madres solteras o mujeres que cuidan personas de la tercera edad, porque además son cosas que normalmente realizan las mujeres”, refuerza.

Pobreza y salud

El maestro en Población y Desarrollo por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso México) y geógrafo por la UNAM, Baruch Sanginés, coincide con Pradilla Cobos: “sí estamos viendo que la densidad claramente está jugando un papel muy importante en la velocidad de los contagios. Todos tenemos la hipótesis de que hay una correlación entre densidad y contagio, sin embargo hay que medirla. Esos son los cálculos que se van a desarrollar estas semanas porque los datos apenas se empiezan a volver representativos porque llevamos dos o tres semanas, ahora que la base comienza a crecer ya podemos hacer análisis y correlaciones”.

Foto: Mauricio Huizar| El Sol de México

Él ha desarrollado un mapa interactivo en el que actualiza el número de casos por municipio, la tasa de incidencia y el porcentaje de hospitalización en cada región. “Municipios donde hay un mayor índice de pobreza y marginación es donde la población va a requerir mayor hospitalización, es lo que hay que probar. Como es una hipótesis, se va a probar a o se va a descartar. En mi intuición se va a probar esta situación que aquellas poblaciones con mayor vulnerabilidad económica, de acceso a servicios públicos, servicios de salud, van a ser aquellas personas a las que les va a golpear con más fuerza la enfermedad”, prevé Baruch.

También sobre este último aspecto de la pandemia y las clases sociales hablan los expertos. Rosalba González Loyde comenta a este diario: “si vamos a temas de salud, las clases bajas también tienden a tener más problemas de obesidad, de hipertensión, de diabetes y que están configuradas justamente por las personas que tienen más problemas para salir mejor de la enfermedad de Covid-19”.

El doctor Pradilla Cobos respalda: “la mala alimentación no es solamente un problema cultural, es un problema de la cultura de la pobreza, es decir que la población viva de alimentos muy altos en grasa, pan, harinas, carbohidratos. Esto está ligado directamente a la situación de pobreza mayoritaria en la población. La mala alimentación tiene una directa relación con los niveles de ingreso de la población”, y Baruch Sanginés ofrece algunos datos que respaldan esta hipótesis: en Iztapalapa el 30 por ciento de los casos confirmados de Covid-19 presenta una comorbilidad por diabetes y un porcentaje igual por obesidad. “Eso nos empieza a dar indicios de que las personas que residen en Iztapalapa tienen ciertas características asociadas a otras comorbilidades por las que se están agravando los casos”.

“¿Por qué podemos decir que se están agravando los casos en Iztapalapa? Porque del 100 por ciento de los casos confirmados hasta el momento, el 45 por ciento ha requerido hospitalización, esto es un indicio preocupante comparado con otros países o con otras áreas administrativas en las que se vio que si bien se confirmaban casos, el 20 o 25 por ciento requerían el hospital, en cambio acá en Iztapalapa ese porcentaje es mayor. Ese es un número que empieza a alertar”, señala. De acuerdo con su mapa, alimentado con los datos oficiales de la Secretaría de Salud, en las alcaldías del poniente el porcentaje de hospitalización es significativamente menor: en Magdalena Contreras es del 20 por ciento; en Cuajimalpa del 23 y en Miguel Hidalgo del 26 por ciento.

“Para comparar, la alcaldía Benito Juárez, que sabemos que tiene otras características por completo en cuanto a la población que habita dentro de la alcaldía, estamos hablando de personas que se dedican más a los trabajos de servicios profesionales, que trabajan en alguna empresa o corporativo, que tienen mayor nivel de ingreso, de ese lado el porcentaje de hospitalización es mucho menor, por ejemplo. Solo el 32 por ciento de los casos confirmados requirieron hospitalización, contrario al 50 de estos municipios del oriente”, agrega el geógrafo.

Foto Roberto Hernández | El Sol de México

El presidente Andrés Manuel López Obrador destacó en un texto que tituló Algunas lecciones de la pandemia Covid-19 que “quizá la indiferencia o la irresponsabilidad mayor de los gobiernos que ha dejado al descubierto el coronavirus es la desatención, por décadas, de las enfermedades crónicas como la hipertensión, la diabetes, la obesidad y los padecimientos renales, acrecentados como consecuencia del consumo de productos alimenticios industrializados denominados ‘chatarra’ (…) Este hecho es una prueba más de que el modelo neoliberal solo se orienta a procurar lo material, sin importar el bienestar de la gente”.

Esto coincide con las hipótesis formuladas hasta ahora, y lo resume Baruch Sanginés: “la enfermedad le va a pegar más a la gente con escasos recursos, sí. Si la gente con mayores recursos tiene la culpa, no lo veo así. La enfermedad iba a entrar al país sí o sí, ya sea por el pent-house, por el piso tres o por el sótano. La conclusión de esto es que los estudios van a empezar a surgir y este va a ser el principal foco de atención durante las siguientes semanas: el dar explicación a por qué las zonas urbanas va a ser un mayor impacto que en otros lugares”.

Y el doctor Pradilla redondea: “El virus no tiene educación de clase social, pero otra cosa son las condiciones de vida reales de la población. Entonces, aunque el virus no respete clases sociales, las condiciones en las que afecta a la población son muy diferentes y tienen directamente que ver con las clases sociales”.

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No, el coronavirus no es clasista. Sin embargo, la pandemia sí tiene un matiz de clases sociales. Desde Asia, Europa y Estados Unidos la enfermedad aterrizó en la cima de la pirámide social mexicana y fue descendiendo a los sótanos de las clases bajas conforme avanzaron las fases de la emergencia sanitaria. Ahí el virus encontró el terreno propicio para dispersarse: alta densidad poblacional y hacinamiento que vuelven relativo el aislamiento y la cuarentena, una economía informal que mantienen a la gente en la calle buscando el ingreso del día y no da seguridad social, una precaria condición de salud que pone en mayor riesgo a quien se enferme de Covid-19.

Los números oficiales indican que la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM) es el foco rojo nacional, en particular el oriente de la Ciudad de México. Hasta ahora no hay una explicación sobre por qué esta región es la más afectada, pero académicos ya se empiezan a formular algunas hipótesis sobre la posible correlación entre el alto número de contagios, la densidad poblacional de esta región y los índices de pobreza y marginación que padece. La pandemia lo que ha hecho, afirman, es sacar a flote las desigualdades y contrastes que hay en la capital mexicana, que aporta una cuarta parte del Producto Interno Bruto nacional.

Definida por el cronista argentino Martín Caparrós como “la ciudad desbocada”, esta metrópolis es la mayor concentración urbana del país: abarca siete mil 866 kilómetros cuadrados, casi cinco veces el tamaño de la región del Gran Londres, de acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), y alberga a 20 millones de habitantes. De estos, 5.8 millones, es decir el 30 por ciento de toda la ZMVM, habita solamente en cuatro territorios: Iztapalapa, Gustavo A. Madero, Ecatepec y Nezahualcóyotl. Esta población es equiparable a la de Madrid y Barcelona, en España, con 6.6 y 5.5 millones de habitantes respectivamente.

Son estos cuatro territorios los que encabezan la lista de contagios a nivel municipal en sus respectivas entidades. Administrativamente son municipios diferentes, pero en lo cotidiano son parte de un mismo conjunto urbano. En Iztapalapa, que es el municipio con mayor número de casos confirmados de todo el país, una población de por lo menos 26 mil personas sobrevive malamente en viviendas hacinadas y precarias, algunas con techos de lámina, asentadas en territorios informales, sin seguridad social, sin agua corriente y sin ingresos fijos.

Vivir con 70 pesos al día

Es el caso de María de la Paz Cruz, quien lleva 24 de sus 56 años viviendo en el predio conocido como Impecsa, un asentamiento informal en la colonia Ermita Zaragoza, en Iztapalapa, cerca de la frontera con Nezahualcóyotl, donde 250 personas viven hacinadas. Su casa está al fondo de un patio que es protegido por una figura de la Virgen de Guadalupe. Se trata de un cuarto de unos 30 metros cuadrados dividido en una sala, una pequeña cocina donde apenas cabe una estufa, un baño sin puerta y dos habitaciones separadas por cortinas que cuelgan del techo. En caso de un contagio de Covid-19, aislarse de su esposo o su hijo de nueve años sería imposible, admite.

Asentamientos informales como éste surgieron en la década de los años 40, cuando la población, principalmente campesina, que migró de otros estados a la Ciudad de México para emplearse en el sector industrial no tuvo posibilidad de costear una vida en la ciudad central –que para entonces abarcaba un poco más allá del casco antiguo del Centro Histórico- y tuvieron que asentarse en pequeñas casas improvisadas en terrenos alejados, en el antiguo Lago de Texcoco, un desierto salino que carecía de nombre. Así nació Ciudad Nezahualcóyotl, donde hoy habitan más de un millón 39 mil personas, y surgió lo que hoy llamamos la periferia.

María de la Paz Cruz es parte de esa población periférica, relegada con los años a las orillas de la ciudad central, donde aún es posible encontrar escenas como sacadas de la película Los Olvidados, del director español Luis Buñuel. En el predio Impecsa cumplir con el lavado de manos frecuente “es más difícil porque no hay agua, tenemos que salir a acarrear unos botes de allá afuera. Ya no estamos en condiciones, yo ya estoy grande, mi esposo está mal de sus pies, no podemos estar acarreando agua. Nos dicen que compremos nuestro gel (antibacterial), el litro está a 70 pesos, o comemos o compramos gel”, dice María entre risas resignadas mientras su esposo está fuera, vendiendo flores en los autobuses de transporte público de la zona, en compañía de su hijo de nueve años. “Él tiene que salir porque nosotros vivimos al día, ahorita ha estado ganándose 40 pesos, 70 pesos”, cuenta.

En su artículo Zona Metropolitana del Valle de México: neoliberalismo y contradicciones urbanas, publicado en 2016, el doctor en urbanismo y fundador del Centro de Estudios de la Zona Metropolitana A.C., Emilio Pradilla Cobos afirma que esta metrópolis “es la mayor concentración de pobres del país”. En entrevista para El Sol de México abunda: “creo que esta pandemia está poniendo a flote todas las contradicciones que tienen nuestras ciudades en América Latina”. Para él hay indicios de que esta emergencia sanitaria tiene un matiz de clases sociales, puesto que hasta ahora la población de menores ingresos es la más afectada.

Foto Mauricio Huizar | El Sol de México

“Juntamos malas condiciones de vivienda, malas condiciones de infraestructura y servicios públicos y una condición económica de una enorme vulnerabilidad, llevan a que pasados los primeros días y cuando ya se inicia el contagio comunitario vaya hacia estos sectores de la población”, que, lamenta “ni siquiera podrían llevar a su paciente al hospital en un transporte que no sea el transporte público, es decir, contaminando a los demás, no pueden dejar de utilizar el transporte público, va la vida en eso”.

“Recordemos que la Zona Metropolitana del Valle de México tiene un porcentaje de cerca del 60 por ciento de Población Económicamente Activa que trabaja informalmente, según datos de INEGI. Es población que tiene que buscar su sustento día con día fundamentalmente en la calle y es por eso que vemos que día con día hay problemas con los tianguis, con vendedores ambulantes, indígenas en el Zócalo, porque es una población que no tienen ningún tipo de garantía de subsistencia, vive al día y tiene que buscar al día su sustento”, añade.

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Que se guarde… quien pueda

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El maestro en Sociología por la Universidad Iberoamericana, Francisco Bedolla reflexiona en entrevista: la interpretación de la información sobre la pandemia entre clases populares es clave: “en la casa donde yo vivo se pone un mercado sobre ruedas y he tenido oportunidad de ver que los vendedores andan como si nada hubiera pasado. Las respuestas que puedes escuchar son realmente interesantes: ‘es un problema política no se deje llevar profesor, es un invento de la guerra de Estados Unidos con China’, ese tipo de narrativas que tejen son muy sintomáticas, son una cerrazón a asumir el riesgo de una infección y a asumir los mensajes de la autoridad de que salgan lo menos posible”.

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“La hipótesis que yo tengo es que hay cierta formación de paradigmas, esto es previo a la pandemia, hay un cierto dejo que alcanzo a notar de un paradigma muy politicista. Vivimos en un país donde toda la tradición presidencialista en la que puedes dar cuenta del mundo si te fijas en lo que el más poderoso hace, porque lo que hace el poderoso es el que mueve los hilos de todo. Entonces todo lo que pase en la vida pues simplemente voltea a ver al poderoso y tendrás la clave para entender el mundo. Esta es una manera de simplificar y de construir narrativas. Cuando se dio el asesinato político de Colosio, inmediatamente el culpable era Salinas, por qué, pues porque es el presidente”, comenta Bedolla Cancino al teléfono y enfatiza que estas narrativas ayudan a esta población a salir a buscarse el ingreso del día sin tanto temor.

La experta en temas de vivienda, maestra en Desarrollo Urbano por la Universidad Católica de Chile y académica en la UNAM, Rosalba González Loyde señala: “cuando hablaba que hay algo de clase en este tema (de la pandemia) es justamente visualizar quién o quiénes están sustentando el que algunos de nosotros podamos quedarnos en casa, tampoco digo que vivir en otras zonas de la ciudad sea mejor, pero solamente entender cómo se configura, cómo es probable dé raíz para entender cómo va avanzando la pandemia y letalidad para ciertas zonas”.

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“El quédate en casa aplica bajo ciertas condiciones, tiene muchas letras chiquitas que tienen que ver con si puedes quedarte en casa, si en tu trabajo te permiten que hagas el trabajo desde casa o si tu trabajo se puede realizar desde casa, si tienes las condiciones para abastecerte continuamente de comida, de servicios sin tener que salir de casa, si no tienes gente dependiente de ti, como madres solteras o mujeres que cuidan personas de la tercera edad, porque además son cosas que normalmente realizan las mujeres”, refuerza.

Pobreza y salud

El maestro en Población y Desarrollo por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso México) y geógrafo por la UNAM, Baruch Sanginés, coincide con Pradilla Cobos: “sí estamos viendo que la densidad claramente está jugando un papel muy importante en la velocidad de los contagios. Todos tenemos la hipótesis de que hay una correlación entre densidad y contagio, sin embargo hay que medirla. Esos son los cálculos que se van a desarrollar estas semanas porque los datos apenas se empiezan a volver representativos porque llevamos dos o tres semanas, ahora que la base comienza a crecer ya podemos hacer análisis y correlaciones”.

Foto: Mauricio Huizar| El Sol de México

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También sobre este último aspecto de la pandemia y las clases sociales hablan los expertos. Rosalba González Loyde comenta a este diario: “si vamos a temas de salud, las clases bajas también tienden a tener más problemas de obesidad, de hipertensión, de diabetes y que están configuradas justamente por las personas que tienen más problemas para salir mejor de la enfermedad de Covid-19”.

El doctor Pradilla Cobos respalda: “la mala alimentación no es solamente un problema cultural, es un problema de la cultura de la pobreza, es decir que la población viva de alimentos muy altos en grasa, pan, harinas, carbohidratos. Esto está ligado directamente a la situación de pobreza mayoritaria en la población. La mala alimentación tiene una directa relación con los niveles de ingreso de la población”, y Baruch Sanginés ofrece algunos datos que respaldan esta hipótesis: en Iztapalapa el 30 por ciento de los casos confirmados de Covid-19 presenta una comorbilidad por diabetes y un porcentaje igual por obesidad. “Eso nos empieza a dar indicios de que las personas que residen en Iztapalapa tienen ciertas características asociadas a otras comorbilidades por las que se están agravando los casos”.

“¿Por qué podemos decir que se están agravando los casos en Iztapalapa? Porque del 100 por ciento de los casos confirmados hasta el momento, el 45 por ciento ha requerido hospitalización, esto es un indicio preocupante comparado con otros países o con otras áreas administrativas en las que se vio que si bien se confirmaban casos, el 20 o 25 por ciento requerían el hospital, en cambio acá en Iztapalapa ese porcentaje es mayor. Ese es un número que empieza a alertar”, señala. De acuerdo con su mapa, alimentado con los datos oficiales de la Secretaría de Salud, en las alcaldías del poniente el porcentaje de hospitalización es significativamente menor: en Magdalena Contreras es del 20 por ciento; en Cuajimalpa del 23 y en Miguel Hidalgo del 26 por ciento.

“Para comparar, la alcaldía Benito Juárez, que sabemos que tiene otras características por completo en cuanto a la población que habita dentro de la alcaldía, estamos hablando de personas que se dedican más a los trabajos de servicios profesionales, que trabajan en alguna empresa o corporativo, que tienen mayor nivel de ingreso, de ese lado el porcentaje de hospitalización es mucho menor, por ejemplo. Solo el 32 por ciento de los casos confirmados requirieron hospitalización, contrario al 50 de estos municipios del oriente”, agrega el geógrafo.

Foto Roberto Hernández | El Sol de México

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Esto coincide con las hipótesis formuladas hasta ahora, y lo resume Baruch Sanginés: “la enfermedad le va a pegar más a la gente con escasos recursos, sí. Si la gente con mayores recursos tiene la culpa, no lo veo así. La enfermedad iba a entrar al país sí o sí, ya sea por el pent-house, por el piso tres o por el sótano. La conclusión de esto es que los estudios van a empezar a surgir y este va a ser el principal foco de atención durante las siguientes semanas: el dar explicación a por qué las zonas urbanas va a ser un mayor impacto que en otros lugares”.

Y el doctor Pradilla redondea: “El virus no tiene educación de clase social, pero otra cosa son las condiciones de vida reales de la población. Entonces, aunque el virus no respete clases sociales, las condiciones en las que afecta a la población son muy diferentes y tienen directamente que ver con las clases sociales”.

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