La crisis institucional provocada por la ocupación francesa en España trajo como consecuencia el nacimiento de las elecciones como hoy las conocemos en México. La lucha por la democracia desarrollada durante los siglos XIX y XX derivó en el derecho universal al voto, secreto e igualitario, donde se establece que cualquiera puede votar sin importar religión, orientación sexual, raza, género o nivel socioeconómico.
Este derecho no se logró de la noche a la mañana, aún a mediados del siglo XX las mujeres mexicanas no podían sufragar. El argumento era que se suponían “muy influenciables” y que votarían por quien sus esposos o párrocos les dijeran, lo que frenó la posibilidad de que todos votaran durante muchos años.
En el siglo XIX no se votaba por el presidente directamente;se designaba un representante que a su vez elegía al presidente. De nueva cuenta la razón para mantener ese sistema era que las personas más pobres o menos educadas podían malinfluenciar los comicios, porque supuestamente no estaban listos para ser ciudadanos.
El derecho de que cualquier mexicano pueda sufragar, su voto sea secreto y pueda ejercerlo con libertad es una conquista que se plasmó en la ley, pero que poco se ha respetado. En el siglo XIX los caciques llevaban a sus trabajadores a votar por quien ellos les ordenaban, y esto no cambió mucho en el siglo XX.
Sólo entre 1900 y 1930 se registraron 10 elecciones presidenciales, ya que los candidatos o presidentes eran asesinados o derrocados. Ya para 1940 Manuel Ávila Camacho ganó literalmente entre balazos contra simpatizantes del opositor Almazán. También se han registrado hechos insólitos como en 1976, donde el único adversario de candidato del PRI era Valentín Campa del Partido Comunista Mexicano, pero como no tenía registro, sus votos se anularon y así José López Portillo compitió contra sí mismo y ganó la presidencia de México.
Elección limpia
Si se considera el número de votos en cada urna y el conteo correcto de cada boleta, quizá sí hayamos tenido comicios limpios en nuestro país, tal vez la que ganó Cárdenas; o las que se llevaron a cabo entre 1958 y 1970 con López Mateos, Díaz Ordaz y Echeverría. Por supuesto que todas sucedieron en un clima total de represión y la mayor persecución política delos últimos 100 años.
Quizá no podamos precisamente presumir que hemos tenido una elección limpia, cuando la disidencia política es sistemáticamente perseguida. Se necesita más que sumar bien los votos para poder garantizar la democracia.
Por lo anterior se creó el Instituto Federal Electoral, que posteriormente se convirtió en el Instituto Nacional Electoral. La principal función de este órgano es generar un proceso electoral en el que los mexicanos puedan confiar, sin embargo construir dicha confianza no ha sido un proceso fácil.
El voto del mexicano ha tenido una historia muy complicada, y aunque existen otras formas de democracia, en la actualidad política que vivimos esta herramienta tiene el potencial de beneficiar al país en el corto y mediano plazo, siempre que se pueda ejercer el voto con libertad absoluta, en igualdad de condiciones y podamos tener la certeza de que nuestra elección será respetada.