Para un costeño no hay dieta, ante una tradición gastronómica guerrerenses que se vive al iniciar la semana, donde las opciones son variadas y de acuerdo al presupuesto puedes consumir en restaurantes que tienen tradición en Acapulco.
Puedes iniciar la semana comiendo la cocina tradicional con guisos como un caldo de res, chicharron con chile, bisteces acompañado con una sopa de arroz, una carne de puerco guisada en chile verde, un pollo asado con verduras, un filete o una barbacoa de res o chivo.
Pero al llegar el jueves, la dieta se pierde y es que, es una tradición en la gastronomía guerrerense comer el pozole blanco o verde, de pollo o cerdo y acompañado de una rica botana.
En Acapulco, en diferentes establecimientos , que se ubican en la zona turística, se puede degustar de un rico pozole Guerrerense o en algunos hogares, cocineras tradicionales también expenden este platillo típico y ancestral.
Y la dieta de un costeño se extiende en su variedad, cuando un trabajador tiene un salario que te permite seguir consumiendo los platillos típicos de un viernes y sábado de mariscos.
Puedes degustar de un pescado a la talla, este platillo originario de la región Costa Chica de Guerrero y en restaurantes del Acapulco Diamante puede escoger un huachinango o un robalo y degustarlo acompañado de una ensalada, papas fritas y también arroz.
También es tradición degustar de un ceviche, campechana, unos camarones al mojo de ajo, unas pescadillas, empanadas o unas tostada de la tradicional campechana.
Y el sábado playero, en Acapulco puedes consumir un pescado a la veracruzana, un caldo de camarón o un pulpo enamorado, una sopa de mariscos
Mientras que el domingo, también es de tradición en este último día de la semana, de acudir muy temprano al mercado local y almorzar un bolillo con relleno de cuche, un platillo típico del municipio de Tecpan de Galeana y acompañado de un Chilate, bebida hecha a base de cacao y arroz.
Pero también, es una costumbre comer barbacoa, un panza de res en caldo rojo o un mole rojo de pollo.
Pero aquellos que su trabajo no da para disfrutar de una semana de tradición gastronómica con un salario mínimo, se preparan lo que les puede alcanzar.
Como es el caso de don Leodegario, quien vive en el municipio de San Marcos y prepara comida casera para vender a domicilio, pero durante su venta que realiza en la semana, comentó que sus clientes no todos pueden estar comprando comida preparada.
Dijo que la gente, con un salario mínimo, consume dentro de su dieta costeña, el tradicional frijoles con arroz acompañado de chiles en vinagres y queso fresco, pero este se compra sólo cuando se tiene los recursos.
O también en casa, se consume las picadas preparadas sólo con salsa, frijoles, queso y su cebollita, no todos tienen para rellenarlas de guisado como las que vende doña Juanita, que tienen un costo de 12 pesos.
“Diario comemos las picaditas, los tacos dorados con consomé que es lo más tradicional; ahora cuando hay dinero las pescaditas, bien frititas que es lo más tradicional”, señaló.
Comentó que el huevo con jamón, chorizo, frijoles o a la mexicana, otro platillo que también no puede faltar en una casa de una persona con un salario medio o los chilaquiles con pollo o huevo estrellado, cuando a veces no alcanza para la cecina.
Y cuando a un trabajador se le pagó su quincena con un salario mínimo se puede dar el gusto de comer pollo a la leña, pechugas rellenas, barbacoa de res o chivo.
“Eso lo pude consumir quien tiene un mejor sueldo, porque la gente que tiene menos capital sólo puede comer unos huevos con jamón”, dijo don Leodegario.
Don Paco, es otro caso que no puede seguir esa tradición de la dieta costeña llena de tradiciones y buen sabor y comer pozole los jueves o el relleno con Chilate los domingos.
Con su trabajo de barrendero y un salario de aproximadamente 2 mil pesos a la quincena, puede comprar una o dos veces carne, que su esposa se la prepara con salsa verde, tortillas a mano y acompañado de frijoles.
En su casa no puede faltar los frijoles con arroz y el huevo, el cual en estos momentos se los roba a su gallina, que tiene en su patio y está poniendo.
En ocasiones, ha tenido que agarrar una gallina de su pequeña granja y su esposa le ha preparado en un rico caldo rojo o a veces en mole.