/ martes 12 de noviembre de 2024

¡Tómelo con calma! Bloqueos obligan a caminar… y ejercitarse

Estudiantes y empleados, son los que avanzan más apurados en su caminar para llegar a tiempo a las escuelas o trabajos

No sé cuántos kilómetros caminé para llegar al trabajo, pero fueron de utilidad para mi salud. Se lo agradezco infinitamente a los obstaculizadores de la avenida costera Miguel Alemán (ironía).

A paso lento, pero sin dejar de sudar, avancé por la zona turística. Mi ruta inició en la Condesa hasta la playa Tamarindos. Una hora y minutos fue del sudoroso recorrido.

En mi camino encontré a políticos, comerciantes, doctores, arquitectos, contadores y amigos con los que nos saludamos después de mucho tiempo sin vernos. Con ellos intercambiamos puntos de vista sobre el bloqueo. Todos lo rechazamos como medida de solución a las demandas sociales.

Lea también: Comerciantes de artesanías bloquean la Costera de Acapulco

El trayecto, en medio del polvo de la ciudad que aun no se termina de retirar, aunque las autoridades presuman barrido fino, escuché muchas voces, incluida la de mi interior que me decía sal a caminar más seguido, te hará bien.

La mayoría de los comentarios eran en contra del bloqueo. Incluso al detenerme por unos minutos en la Diana Cazadora donde los comerciantes de distintos mercados de artesanías bloquean desde la mañana del lunes a las 11:00 de la mañana, oí en reiteradas ocasiones: “pónganse a trabajar” y un “ya quítense alv” de ciudadanos molestos.

Motociclistas y ciudadanos de a pie les espetaban en la cara que dejaran libre la vialidad al tumulto o ¿podríamos llamarlo turba? que se mantiene desde hace casi 24 horas firme en la costera Miguel Alemán y la avenida Farallón, entre otras vialidades impidiendo el libre tránsito que afecta a terceros.

“Deberían quitarlos”, “que les metan a los antimotines”, “un toletazo en la espalda a ver si lo aguantan”, “no sé qué esperan las autoridades para desalojarlos”, “esta gente no entiende el daño que le hace a Acapulco”, “con esto seguro van a bajar las reservaciones para fin de año”, fueron algunos de los comentarios que escuché al parar oreja en mi camino.

Estudiantes y empleados, eran los que avanzaban más apurados para llegar a tiempo a las escuelas o trabajos.

Restaurantes ubicados sobre la Costera Miguel Alemán se encuentran vacíos debido a los bloqueos de comerciantes. /Foto: Francisco Zorroza | El Sol de Acapulco


De entre ellos, una mujer de unos 60 años de edad, con un traje amarillo y el logo de un hotel que no alcancé a distinguir (no traía los lentes), pasó corriendo a mi lado, casi desesperada para evitar el retardo.

Su desesperación me conmovió, seguro que ella no fue afectada por el huracán John, o no es comerciante de mercado de artesanías para mantenerse en el bloqueo esperando la dádiva económica del gobierno federal bajo presiones que pretenden conseguir los manifestantes.

En mi camino avancé con preocupación, pensaba en la versión que decían algunos participantes del bloqueo de que podrían cerrar también el llamado “par vial” que desahoga por la costera vieja la vialidad y lleva a la colonia Chinameca.

El regreso a la Condesa donde dejamos la unidad motriz que nos mueve para evitar el caos de la ciudad, donde parece que no hay autoridad, será diferente. El avanzar tendrá que ser más rápido porque el sol a las dos de la tarde cae a plomo y el ejercicio de la caminada nos hará sudar doblemente.

No sé cuántos kilómetros caminé para llegar al trabajo, pero fueron de utilidad para mi salud. Se lo agradezco infinitamente a los obstaculizadores de la avenida costera Miguel Alemán (ironía).

A paso lento, pero sin dejar de sudar, avancé por la zona turística. Mi ruta inició en la Condesa hasta la playa Tamarindos. Una hora y minutos fue del sudoroso recorrido.

En mi camino encontré a políticos, comerciantes, doctores, arquitectos, contadores y amigos con los que nos saludamos después de mucho tiempo sin vernos. Con ellos intercambiamos puntos de vista sobre el bloqueo. Todos lo rechazamos como medida de solución a las demandas sociales.

Lea también: Comerciantes de artesanías bloquean la Costera de Acapulco

El trayecto, en medio del polvo de la ciudad que aun no se termina de retirar, aunque las autoridades presuman barrido fino, escuché muchas voces, incluida la de mi interior que me decía sal a caminar más seguido, te hará bien.

La mayoría de los comentarios eran en contra del bloqueo. Incluso al detenerme por unos minutos en la Diana Cazadora donde los comerciantes de distintos mercados de artesanías bloquean desde la mañana del lunes a las 11:00 de la mañana, oí en reiteradas ocasiones: “pónganse a trabajar” y un “ya quítense alv” de ciudadanos molestos.

Motociclistas y ciudadanos de a pie les espetaban en la cara que dejaran libre la vialidad al tumulto o ¿podríamos llamarlo turba? que se mantiene desde hace casi 24 horas firme en la costera Miguel Alemán y la avenida Farallón, entre otras vialidades impidiendo el libre tránsito que afecta a terceros.

“Deberían quitarlos”, “que les metan a los antimotines”, “un toletazo en la espalda a ver si lo aguantan”, “no sé qué esperan las autoridades para desalojarlos”, “esta gente no entiende el daño que le hace a Acapulco”, “con esto seguro van a bajar las reservaciones para fin de año”, fueron algunos de los comentarios que escuché al parar oreja en mi camino.

Estudiantes y empleados, eran los que avanzaban más apurados para llegar a tiempo a las escuelas o trabajos.

Restaurantes ubicados sobre la Costera Miguel Alemán se encuentran vacíos debido a los bloqueos de comerciantes. /Foto: Francisco Zorroza | El Sol de Acapulco


De entre ellos, una mujer de unos 60 años de edad, con un traje amarillo y el logo de un hotel que no alcancé a distinguir (no traía los lentes), pasó corriendo a mi lado, casi desesperada para evitar el retardo.

Su desesperación me conmovió, seguro que ella no fue afectada por el huracán John, o no es comerciante de mercado de artesanías para mantenerse en el bloqueo esperando la dádiva económica del gobierno federal bajo presiones que pretenden conseguir los manifestantes.

En mi camino avancé con preocupación, pensaba en la versión que decían algunos participantes del bloqueo de que podrían cerrar también el llamado “par vial” que desahoga por la costera vieja la vialidad y lleva a la colonia Chinameca.

El regreso a la Condesa donde dejamos la unidad motriz que nos mueve para evitar el caos de la ciudad, donde parece que no hay autoridad, será diferente. El avanzar tendrá que ser más rápido porque el sol a las dos de la tarde cae a plomo y el ejercicio de la caminada nos hará sudar doblemente.

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