En medio del olor a thinner y el sofocante calor del día, el maestro tapicero René, se esmera en colocar el toldo interior de un vehículo compacto, que tiene que entregar por la tarde.
También conocido entre sus amistades como el "Gordo", revela que aprendió el oficio de su padre, cuando cursaba el primer grado de preparatoria.
En aquellos años, explicó que, su principal motivación fue contribuir al gasto familiar y ser como su papá, pero también, sacar algo de dinero para sus propios gastos.
Además, había demanda de trabajo y tenía que ayudar, así que sin quererlo, se vio inmerso en la tapicería y como le iba bien, dejó los estudios y se dedicó a aprender bien el oficio.
Al poco tiempo se hizo de sus propios clientes, pero como siempre le gustó experimentar, alquiló unas placas de taxi y se compró un Volkswagen, tipo sedán, de uso, en el que le dio un giro a su vida.
René, admitió que trabajar su turno por la tarde, fue una experiencia única, porque lo mismo sufrió intentos de asalto, hasta tener roce con personas de diferentes extractos sociales, con algunos en la actualidad mantiene todavía amistad.
Actualmente, está divorciado, paró el taxi por una falla en el motor y ahora trabaja de tiempo completo en la tapicería con su padre, cada quien con sus clientes, pero con el mismo compromiso del primer día, de dejar contento al cliente.
La pandemia nos golpeó, pero nos volvimos a levantar, aunque algunas de nuestras amistades no lo lograron, ahora valoramos más la vida y sigo dándole a la tapicería, para sacar el sustento diario y unos pesos extras para cotorrear con los amigos, dice sonriente.
El taxi, indicó que tendrá que esperar que compre las piezas y volverlo a echar andar cuando se pueda, aunque ya no es seguro y las ganancias son pocas, así que el "Gordo", seguirá en lo suyo, si, en la tapicería.