La trágica muerte de tres hermanos mariachis que perecieron en un accidente automovilístico, es solo una de tantas anécdotas que recuerda doña Susana Curiel García, cuidadora desde hace 26 años del panteón San Francisco, el mausoleo más antiguo de Acapulco, donde también descansan los restos del niño milagroso “Raulito” y de las 350 víctimas del incendio del teatro “Flores de Acapulco”, ocurrido el 14 de febrero de 1909.
La mujer de más de 60 años de edad, proveniente del estado Sonora, relató, que hay muchas más historias que mantienen vivo este camposanto, entre estas, la de una mujer vestida con una túnica blanca y pelo largo que en alguna ocasión ingresó al panteón de manera sorpresiva, y recorrió las tumbas, provocando el aullido de los perros que se ubicaban en las azoteas de las casas que fueron construidas a la orilla de la barda de este panteón.
Desde hace más de 150 años, la puerta de herrería color negra del panteón San Francisco ubicado sobre la avenida Calzada Pie de la Cuesta, se abre para recibir a los pocos acapulqueños que aún siguen llegando a este lugar, muchos dicen olvidado por las autoridades, pero vienen a recordar con un ramo de flores a sus seres queridos que están sepultados en bóvedas muy deterioradas porque fueron construidas desde los años 60 y 70.
Las historias, de algunos de los dolorosos acontecimientos que se registraron en está ciudad, empiezan a ser contadas desde la entrada del camposanto por doña Susana Curiel, quien tiene 26 años de trabajar de 07:00 de la mañana a las 7:00 de la noche diariamente en la limpieza y el cuidado del panteón por un sueldo de dos mil pesos cada quince días los cuales son insuficientes para cubrir sus necesidades fuera del terreno que ha caminado por 26 años.
Las tumbas muchas de estas en un abandono total, abiertas, destrozadas como la de los tres hermanos mariachis, quienes según la historia contada por doña Susana sentada sobre el tabique mojoso, murieron en un accidente cuando viajaban con sus instrumentos musicales en la caja de una camioneta, que la caer en un bache se volcó, provocando que los cantantes vestidos con sus trajes de charros perdieran la vida de una manera instantánea.
“Los tres mariachis, fueron enterrados aquí en el panteón de San Francisco en los años 60, está es su tumba, pero lo más inexplicable, es que de manera sorpresiva se formaron las tres siluetas con sus sombreros y montados en sus caballos en una de las cuatro paredes de la tumba donde fueron sepultados sus restos, hay una historia de estos, las siluetas no se borran desde hace muchos años, este lugar, solo ha sido visitado en algunas ocasiones por una mujer, quien dice que los tres cuerpos de los mariachis personificados en la pared pertenecen a sus tres bisnietos”.
Los mariachis es solo una de las tantas historias que existen en el panteón de San Francisco, el cual inicio sus servicios en la ciudad en 1860, dijo que pese al poco salario que tiene, sigue limpiando y cuidando el lugar, donde comentó que hace un tiempo, entró una mujer con una túnica larga color blanca y pelo largo, la cual según es la “virgen denominada como la Anima Sola”, quien recorre parte del terreno donde hay más de dos mil tumbas y a su paso los aullidos de los perros que salen de las azoteas de las casas ubicadas a la orilla del panteón no cesan.
“En una ocasión vi cuando esta mujer ingreso al panteón, la seguí y la agredí con malas palabras porque nunca dijo los motivos por los cuales entro al panteón, posteriormente una señora que llegó a visitar una tumba platicando me dijo que era la “Anima Sola”, y me dijo que yo seguía con vida porque la agredí con malas palabras”.
Otra de las historias que tiene el panteón de San Francisco es la tumba de las 26 madres oriundas de Acapulco que fallecieron un 10 de mayo de 1960 en un accidente que sufrieron cuando se trasladaban a bordo de un camión de los conocidos como los Chilolos al municipio de Coyuca de Benítez, todas estas fueron sepultadas en cajas de madera en una fosa común a la entrada del camposanto.
De la misma manera, en la parte alta del panteón, se ubica un obelisco color blanco y letras negras donde fueron enterradas las 350 víctimas que perdieron la vida en el incendio que sufrió el teatro construido de madera “Flores de Acapulco”, el 14 de febrero de 1909.
Raulito quien perdiera la vida a diez meses de haber nacido también en un accidente, el niño milagroso es otro que esta enterrado en este panteón, y al que muchos acapulqueños hasta doña Susana se encomiendan para que los cuide y los ayude ante casos de salud y algún otro problema que en estos años se sufren como la inseguridad.
El panteón de San Francisco, es un sitio donde muchos quedaron enterrados ante su fallecimiento, pero es un sitio de historias de vida que pese a tener más de 150 años de haber incidido sus funciones, se mantiene en la mente y en la historia de miles de acapulqueños que cada primero y dos de noviembre acuden para pintar y colocar una flor o una corona de flores de colores a sus seres queridos como los mariachis y las madres que en un accidente dejaron de existir.
Te recomendamos el podcast ⬇️