Como cada año, Pedro Sánchez Olguín, habitante de la comunidad de Xaltianguis, en la zona rural de Acapulco, emprende una travesía de más de 43 kilómetros a pie, corriendo y caminando, con la imagen de la Virgen de Guadalupe y una ofrenda floral que lleva a la catedral de Nuestra Señora de la Soledad en el Zócalo porteño como parte de una manda a la madre de Jesucristo.
Fiel a las creencias católicas, al señor de 65 años de edad no le importa arriesgar su vida en la carretera federal Acapulco-México, en donde se expone a arroyo vehiculas y los incandescentes rayos de sol vestido tan solo con un traje típico de manta y un sombrero que cubre su cabeza.
La peculiar peregrinación inicia desde muy temprano, cuando Pedro se dispone a amarrar las agujetas de sus tenis para un largo camino y concluye alrededor de las 16:00 horas, luego de caminar, trotar y correr por casi todo Acapulco.
Es un fiel católico devoto a la Virgen de Guadalupe que año con año realiza una peregrinación única en el municipio, al emprender una travesía de más de 43 kilómetros a pie desde su casa hasta la catedral de Nuestra Señora de la Soledad en el Zócalo porteño.
“Mi manda la hice porque yo estaba muy enfermo y le pedí a la Virgen que me sanara y que todos los años iba a hacer mi peregrinación, me dio salud y desde entonces lo hago”, abundó con la voz agitada y el cuerpo empapado en sudor, agregando que mientras el cuerpo se lo permita, continuará agradeciendo de esta manera a la Virgen María por el favor cumplido.