Caminar entre los escombros y sortear las calles inundadas mientras soportaba el hambre, la sed y el dolor, son algunos de los recuerdos que por siempre quedarán en la mente de Palola Gómez quien con nueve meses de embarazo buscó ayuda hasta llegar a Chilpancingo y poder dar a luz a su bebé que hoy tiene tres días de nacida.
Paola relató que en el hospital del Quemado le asignaron fecha de consulta el jueves 26 de octubre, sin embargo la madrugada del 25 el huracán impactó el puerto de Acapulco destruyendo todo lo que encontró a su paso.
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Durante el huracán, Paola se refugió en la casa de su madre, “ahí nos abrazamos, para darnos fuerza mientras el aire se llevó muchas de nuestras pertenencias”.
El jueves temprano, de la mano de su madre, inició el camino para bajar desde la colonia Progreso rumbo al hospital del Quemado tuvieron que caminar más de una hora hasta la costera donde finalmente encontraron un autobús que les dio un raid.
En el hospital las noticias fueron desalentadoras, no había capacidad de atenderla por lo que la enviaron con una referencia al hospital de Chilpancingo, “el problema era como nos veníamos, caminamos hasta la caseta de la venta y allá encontramos a unas personas que iban a Tierra Colorada a comprar víveres, aceptaron darnos un raid y luego nos cobraron 400 pesos por traernos hasta Chilpancingo, nos dejaron en la terminal y ahí nos recogió una tía”.
Finalmente la noche del viernes, Paola logró llegar al hospital de Chilpancingo, la hicieron esperar 8 horas porque ya había comido y se requería ayuno para que la internaran en el quirófano para practicarle una cesárea, “no tengo palabras para agradecer a Dios, a los médicos y a las enfermeras que aquí son todos buena gente, me trataron muy bien y a mi niña que está sana”.
Indicó que en el viaje tuvo mucho dolor, vómito, flujo y sangrado, pero lo que más le molestaba era el sentimiento de que podría perder a la bebé o que ella perdiera la vida y su niña no lograra salvarse.
Hoy Palola se encuentra albergada en un refugio que opera el municipio de Chilpancingo, la bebé Aurora Gissel se ha convertido en un icono de este lugar todo mundo la quiere, al grado que es la única refugiada a la que le consiguieron una cama, los demás duermen en colchonetas.
“Aquí todos son muy lindos, nos han apoyado mucho, nos consiguieron ropa, nos proveen alimentos y tenemos un espacio donde estar, de verdad que después de lo que pasé para salir de Acapulco hoy creo que estoy en medio de ángeles”.
De acuerdo con el encargado del albergue J. Guadalupe Jiménez Saucedo en este sitio se tiene una población flotante de entre 50 y 100 personas, y la capacidad máxima que podrían atender es de 150.
“Tenemos personas que están de planta aquí pero hay otras que sólo vinieron pro una noche, que se detuvieron a bañarse y comer algo y regresan a sus actividades, otras que vienen a cargar sus teléfonos, lo que necesiten los apoyamos”.
El albergue es operado por el gobierno municipal de Chilpancingo y es uno de dos que se tiene con estas características de apoyo exclusivo para personas de Acapulco que están huyendo del desastre, o vinieron a la capital a buscar víveres.