Cómo cada año, los distintos panteones de la ciudad, fueron invadidos por miles de acapulqueños para visitar a sus familiares que se adelantaron en el caminó.
Las miles de tumbas construidas en el panteón de las Cruces, el Palmar, Garita y en el de San Francisco el más antiguo de la ciudad, una vez más se vistieron de los diversos colores que sobresalían por las flores que fueron colocadas en los floreros de cada bóveda.
Desde las 08:00 de la mañana, fueron abiertas las puertas de los panteones para recibir a los acapulqueños que arribaron cargados de Ramos de flores, veladoras, comida y las bocinas, guitarras y algunas bocinas para entonar las canciones que a sus familiares les gustaban en vida.
Mientras que la mayoría de las tumbas, eran limpiadas, pintadas, y decoradas con flores, coronas de papel, muchas otras una vez más no fueron visitadas quedando en un olvido total.
Las canciones que les gustaban en vida, la comida que era de su agrado así como las cervezas, y en otras el mezcal, fueron parte también de los recuerdos en los panteones de Acapulco.
Los panteones, no solo fueron invadidos por los miles de ciudadanos que llegaron a recordar anécdotas vividos con sus familiares, sino también por cientos de vendedores de aguas, refresco, comida, cervezas, chilate y cocos, hicieron uso de los angostos andadores al interior de cada camposanto.
Mientras tanto en la calle principal, otros puestos invadieron el lugar haciendo más complicado el flujo de vehículos y de los ciudadanos que llegaba a los panteones este día de muertos.