A sus 23 años de edad, su cuerpo ya tiene precio y conoce de violencia física, pero no recurre a las autoridades ni a los organismos de defensa de los derechos de las mujeres, por que es más su miedo a recibir otra golpiza.
De un metro con 60 centímetros, está joven que se identificó como Lupita "N", narró su triste historia a un abogado, a quien le pidió orientación para poder evitar seguir recibiendo maltrato por parte de su pareja sentimental, quien además ofrece su cuerpo a sus conocidos.
Sin poder ocultar el dolor de la espalda por los golpes que le propinó su "novio", explicó que vive con su abuelita en el puerto de Acapulco y en una ocasión salió al zócalo a pasear, fue cuando conoció a un motociclista y este la galanteo.
Como no tenía ningún compromiso sentimental, la falta de cariño y su soledad, incidió en su ánimo para aceptar su amistad, que se convirtió en una relación sentimental, al menos fue lo que pensó.
Al principio, todo fue amor, atenciones y promesas de una relación duradera, pero todo este castillo se derrumbó cuando en una ocasión que salieron a degustar una velada, le dijo que tenía que estar con uno de sus amigos.
Como trató de oponerse, la amenazó que si no aceptaba la iba a dejar, por lo que tuvo que embriagarse para poder soportar estar con esa persona, pero esto fue solo el principio, hasta que se enteró que valía 500 pesos y fue cuando decidió poner fin a esta situación, pero le valió unas bofetadas.
Fue este fin de semana cuando finalmente se armó de valor y decidió no seguir prostituyéndose, le aclaró que no iba a irse con nadie mas y el hombre le propinó varios golpes en la espalda, para enseguida correrla de su departamento.
Sin pérdida de tiempo, tomo sus pocas pertenencias y se dirigió al domicilio de su abuelita, pero ante el temor que vuelva a buscarla para seguir explotandola, la hizo buscar orientación legal para que se restrinja que su explotador la busque en su domicilio.
El abogado aceptó representarla y acompañarla a presentar la denuncia por lesiones, por lo que quedó en buscarlo, pero ya no regresó y se ignora si está en su casa o se ocultó en algún lugar, porque siempre mostró miedo de volver con el hombre que la prostituye.