Don Gabriel sigue aferrado a vender esperanza a quienes tienen la ilusión de salir de la pobreza y tener un mejor bienestar de vida para sus familias, ganándose la lotería.
El es uno de los heraldos de la suerte que existen a lo largo y ancho del país, a quienes se les puede ver en las plazas públicas, restaurantes, bares y sitios concurridos, ofreciendo los "cachitos" de la Lotería Nacional.
Con 72 años a cuestas y 50 de vender boletos de la lotería, don Gabriel admite que ya su edad no le permite hacer esos largos recorridos por la ciudad, como en antaño, cuando desde tempranito salía a vender esperanza.
Recuerda que tenía su clientela, pero también, vendía boletos a gente de todas las clases sociales, incluidos políticos y funcionarios, con quienes cultivó amistad y eran quienes más le compraban.
Lee también: Con su venta, doña Rosa endulza su soledad
En este oficio es muy importante ser amable y tener siempre una sonrisa, incluso, estar dispuesto a escuchar sus historias y hasta que los motiva a comprar un boleto de lotería, dice.
Reconoce que la suerte es muy canija y no escoge a cualquier persona, al menos, ninguno de sus clientes le ha pagado al gordo, pues a lo mucho solo sacan el reintegro.
Don Gabriel, a hora sentado en una silla de plástico, ofrece sus billetes de lotería y les desea que le peguen al premio mayor o de pérdida se ganen una serie que ofrece 40 mil pesos. "Todavía no encuentro a algún suertudo que le toque un premio gordo”.
Actualmente es más difícil que le compren billetes de lotería, pues existen otras opciones para participar en otros sorteos, son más accesibles y llegan a costar un peso, pero a pesar de este gris panorama sigue vendiendo "cachitos" y ver si la suerte socorre a algunos de sus clientes y haga realidad su sueño de mejorar su situación económica.