Entre sollozos y con la profunda pena que la embarga, Socorro Gil Guzmán, narró parte de sus vivencias en los últimos cinco meses desde que su hijo Jonathan Romero Gil se encuentra desaparecido en el puerto de Acapulco. “Ninguna madre, por malo que sea su hijo merece que le den esta tortura”, describió su dolor.
El joven abogado fue privado de su libertad el pasado 5 de diciembre del 2018 presuntamente por un grupo de policías municipales que se lo llevaron con rumbo desconocido, junto con otras dos personas, una de ellas días después apareció asesinado.
“Si pudiera pedirle algo a la gente que se llevó a mi hijo, sería que me diga donde lo dejaron para poner fin a esta tortura que estoy viviendo”, suplicó desesperada por la impotencia la mujer, quien aseguró que el amor de madre la ha llevado a recorrer cerros completos de manera incansable en búsqueda de su consanguíneo.
De acuerdo a información que ella misma ha recabado en una investigación alterna a la de la Fiscalía General del Estado, su hijo se dirigía a la cancha de la CROM acompañado de dos amigos para hacer deporte, cuando una patrulla de municipales lo detuvo frente a playa Tlacopanocha para hacerles una revisión y desde entonces pareciera como que a Jonathan se lo trago la tierra, pues ni siquiera las cámaras de seguridad han logrado dar con su paradero.
Como lo informó el Sol de Acapulco, uno de los tres jóvenes, de nombre Carlos Ignacio de oficio mesero, fue localizado asesinado a golpes y navajazos en el fraccionamiento Hornos Insurgentes el pasado 6 de diciembre, pero los otros dos, entre los que se encuentra Jonathan, continúan desaparecidos.
Desde ese entonces la vida de Socorro ha cambiado, en su hogar ya se han olvidado que existen las sonrisas y tan solo el llanto se escucha diariamente entre las cuatro paredes de concreto, lágrimas de desesperación porque le hace falta uno en la familia.
Para ella y su hija mayor, se terminaron los festejos, no existe navidad, año nuevo, mucho menos fiestas por los onomásticos, debido a que todos los días aguarda al teléfono para esperar una llamada que le dé una pista que le ayude a encontrar a su muchacho.
“Si los matan, que los dejen donde uno los pueda encontrar, no merecemos este sufrimiento. Es una tortura de verdad vivir esta situación, todos los días pensar que habrá pasado con mi hijo, que hicieron con él, a donde me lo dejaron”, mencionó sin poder contener las lágrimas.
El amor que tiene hacia su hijo la llevaron a visitar colonias peligrosas como la Santa Cruz y poblados alejados en la zona rural del municipio, en búsqueda de que pudiera estar “por ahí tirado”, mientras que también logró llegar hasta la Presidencia de la República en búsqueda de apoyo, pero sus esfuerzos han sido en vano, pues asegura que “en verdad ninguna autoridad hace nada”.
En su desesperación, Romero Guzmán se armó de valor para armar distintas protestas en contra del gobierno, buscando que este investigara el caso y los señalamientos en contra de los elementos de la corporación municipal, pero asegura que las indagatorias están detenidas, después de que elementos municipales acudieran a rendir su declaración voluntaria y que se informara que las cámaras de seguridad de la zona se encuentran inservibles.
Para esta mujer que es madre y padre al mismo tiempo, el 10 de mayo no es una fecha para celebrar, tan solo es un día más de dolor y sufrimiento porque su hijo no ha sido localizado, un día más “en el que le pido a Dios que me ayude a encontrar a mi hijo, aunque sea muerto para acabar con esta condena”.
De acuerdo con cifras no oficiales, en todo el estado de Guerrero existen por lo menos 800 mujeres que han perdido a un hijo y no han logrado encontrar justicia por parte de las autoridades, por lo que para muchas este 10 de mayo no será algarabía, risas y diversión.
