Llanto de un bebé eriza la piel a los habitantes de una casa

A las 8:00 de la noche de cada viernes, la familia Armenta Castro escucha el llanto de un recién nacido que proviene de la cocina

Celso Castro | El Sol de Acapulco

  · viernes 29 de octubre de 2021

El carpintero vendió el terreno y ahí se construyó una casa de material, que ocupó la familia Armenta Castro. / Foto: Celso Castro | El Sol de Acapulco

Cada vez hay más evidencias de que existe algo más allá de la muerte, con manifestaciones que erizan la piel y causan miedo ante lo inexplicable, como ocurre con el llanto de un bebé.

A las 8:00 de la noche de cada viernes, la familia Armenta Castro escucha el llanto de un recién nacido que proviene de la cocina, pero al revisar el lugar no hay nada, sin embargo, la psicofonía se escucha por algunos segundos.

Esta historia data de 1969, cuando un carpintero consuma la unión libre con una jovencita, a la que le llevaba 20 años de edad. Le construyó su casita de madera en un terreno que invadió por el Fraccionamiento Las Playas.

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A pesar de las necesidades debido a su pobreza, fueron padres de una niña, que era su primogénita, quien nació gracias a la ayuda de una partera.

El carpintero por la falta de trabajo, en ocasiones no tenían qué comer y la joven madre en esas condiciones amamantaba a la recién nacida, quien perdió peso y a los pocos días enfermó.

Como no tenían dinero, la pareja no pudo llevar a la bebé con un médico o suministrar algún medicamento, el padre se resignó y decía: "Que sea lo que Dios quiera".

La desnutrición le provocó diarrea a la pequeña, ante la desesperación de su madre y tuvo que soportar el dolor de verla morir en sus brazos, ese día maldijo su pobreza por no tener los medios para curarla y salvarle la vida.

Con las lágrimas cubriéndole el rostro tendió el cuerpecito y el padre le hizo un ataúd de madera, pero no pudo darle cristiana sepultura en el panteón de Las Cruces, porque no tenía para el traslado ni para pagar la tierra.

Así que cavó una fosa clandestina en el patio de su humilde vivienda y ahí enterró a la bebé, sin colocarle ningún señalamiento para que se supiera dónde quedaba descansando la niña.

Con el paso de los años, el carpintero vendió el terreno y ahí se construyó una casa de material que ocupó la familia Armenta Castro.

Fue cuando empezaron a manifestarse las psicofonías y al ponerle atención era el llanto de una recién nacida, aunque ignoraban en un principio que lo causaba.

Fue hasta que alguien les contó la historia y creen que la bebé busca a su madre para que la amamante, pero también no descartan que llora porque quiere descansar en tierra santa.

A pesar que han hecho rezos, el llanto de la bebé se sigue escuchando y todavía no se acostumbran, pues les eriza la piel y les da miedo estar en la cocina, por temor a lo desconocido y lo que hay en el más allá.