El arzobispo de Acapulco, Leopoldo González González, celebró la ceremonia del lavatorio de los pies en la catedral de Nuestra Señora de La Soledad, tal y como lo hiciera Jesús de Nazaret con sus discípulos el Jueves Santo.
Este día es uno de los más importantes para los católicos cristianos, pues institucionaliza la Eucaristía, con la última cena, después sigue la Pasión y Muerte de Jesucristo, para concluir con la Resurrección del señor.
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El prelado inició así este acto de humildad, que fue una de las enseñanzas del hijo de Dios, eligiendo a doce personas, igual número de apóstoles que seguían a Jesús, para cumplir con la ceremonia litúrgica.
Ahí recordó que Cristo fomentó el amor al prójimo, al tomar el librillo y le echó agua, luego se ciñó una toalla y lavó los pies de sus apóstoles.
Dentro de la ceremonia se recordó que Pedro, uno de los discípulos, se opuso que Jesús le lavara los pies (versículo 8), fue entonces que el Señor le dijo que si no lo permitía no tendría parte en sus bendiciones. Entonces Pedro aceptó que el nazareno lo hiciera.
De esta forma el Arzobispo Leopoldo González celebró esta ceremonia en la catedral, a la que asistieron feligreses a ser testigos del lavatorio de los pies y escuchar su mensaje, en la que hizo un llamado a fomentar la palabra del señor y practicar la humildad.