Después de más de tres meses sin hacerlo, las campanas repicaron, las puertas se abrieron y los feligreses regresaron al reencuentro con la palabra del señor en las iglesias del puerto de Acapulco.
Desde la mañana de este domingo, cientos de personas volvieron a las bancas de los templos religiosos para ser partícipes de más celebraciones eucuaristicas, con nuevas medidas de higiene y protección que se convirtieron rigurosas para poder asistir.
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Al mediodía de este día, alrededor de 50 personas se dieron cita en la catedral de Nuestra Señora de la Soledad para presenciar la misa ofrecida por el Arzobispo Leopoldo González González, a través de un protocolo de higiene y distanciamiento de por lo menos 1.5 metros entre cada persona, haciendo obligatorio el uso de cubrebocas.
Aunque se había anunciado que no se permitiría el acceso a personas que forman parte del sector vulnerable de la población, los adultos mayores fueron en su mayoría quienes acudieron en mayor cantidad a la celebración, demostrando que su fe es más grande que el temor al virus.
En la Catedral solo dos puertas fueron abiertas, una para el acceso de los ciudadanos y la otra para dar ventilación al templo, mientras que las bancas fueron distanciadas y ahora solo pueden ser ocupadas por dos personas a la vez, siendo el personal de la Arquidiócesis quienes asignaron los lugares.
Una vez iniciada la misa, el toser de uno que otro creyente llamaba la atención de los asistentes, quienes a pesar de llevar puesto un cubrebocas miraban con nerviosismo entre ellos.
El sacramento fue entregado en las manos de los asistentes y a la hora de la salida se habilitó una de las puertas laterales para el desahogo de los asistentes y que estos no se encontraran con quiénes pudieran ir entrando al recinto religioso.