El huracán Otis quedará para siempre en la memoria de los acapulqueños que soportaron esas interminables horas de terror, escuchando árboles caer por el viento, vidrios romperse, gritos de personas desesperadas y con la incertidumbre de no saber si lograrán llegar vivos al siguiente día.
Mujeres con crisis nerviosas, niños llorando, techos enteros y paredes arrancados por los vientos de más de 300 kilómetros por hora y láminas metálicas surcando el cielo como navajas, era el escenario en prácticamente todo Acapulco.
En la colonia Progreso, justamente en la zona que comprende el río de Wl Camarón, sus habitantes recordaron el infierno vivido durante el huracán Paulina, donde cientos de personas perdieron la vida.
Lee también: Canales de Acapulco, llenos de basura y escombro
Particularmente, los vecinos de esta céntrica colonia durante el impacto de Otis, escucharon nuevamente un sonido que no habían vuelto a oír desde Paulina, el río del Camarón estaba aullando.
Su afluente creció tanto que incluso se desbordó en algunas calles, arrastrando vehículos, árboles y cuanta cosa se interpuso en su camino, el impacto de las piedras que chocaban entre sí, hacían cimbrar las viviendas cercanas.
Pero sobre todo, causó pánico ese sonido provocado por la velocidad del agua, que asemejaba el tétrico aullido precedido por la muerte, de aquel 1997.
Otis no daba tregua, las horas pasaban y parecía que los vientos no iban a dejar de arreciar, la lluvia no dejaba ver más allá de 1 metro, hubo quienes lograron ver destellos azules y verdes en el cielo, era una escena casi apocalíptica.
A eso de las 2 de la mañana del 25 de octubre los vientos aminoraron y la lluvia paró, pero todavía se escuchaba lo que por momentos parecía el llanto de un lobo.
Llegó el amanecer y los habitantes de la Progreso lograron sobrevivir, la destrucción fue total en el puerto, pero lo que nunca olvidarán es ese, ese sonido infernal.