Lo que se esperaba fuera un placentero viaje de descanso de la familia Rendón terminó siendo un terrorífico paseo por la pésima calidad que recibieron en el autobús de la línea Chihuahuenses, en la que incluso estuvieron a punto de desbarrancarse en el puente Mezcala debido a que el chofer se durmió.
La señora Bertha Rendón relató que fue a la ciudad de Aguascalientes a visitar a sus familiares y cuando compró sus boletos de regreso nunca imaginó que pasaría 19 horas de complicaciones.
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La situación inició al abordar el camión, que llegó con retraso supuestamente por un accidente que bloqueó la carretera; tres horas después de la hora de salida planeada pudieron iniciar el viaje, en el que se hicieron paradas para ascenso y descenso de pasajeros en algunas terminales, pero no les permitieron a los usuarios bajar a usar los sanitarios o buscar alimentos.
“Me acerqué al conductor y le pedí que me permitiera unos 10 minutos ir al sanitario porque el del autobús estaba asquerosamente sucio, me respondió que no podía permanecer y si no estaba en mi lugar al momento de salir él se iba sin esperar”.
La mujer, quien es licenciada en Enfermería, señaló que era notorio el cansancio del conductor y además por su expresión corporal y algunos detalles que se aprecian en los ojos y en la coloración de la piel, podría presumir que el señor es diabético y por la falta de alimento tuvo una descompensación hipoglucémica.
Resaltó que al llegar al puente Mezcala el conductor perdió el control de la unidad y se pegó con unos fierros del puente, afortunadamente reaccionó y logró regresar la unidad a la carretera y luego estacionarla; “ya no pudo seguir, se le empezó a tirar líquidos y pidieron que otro autobús nos trasladara a Chilpancingo”.
Queja sin atención
Doña Bertha aseguró que la culpa definitivamente no es de los choferes sino de la empresa que los hace trabajar jornadas extenuantes sin las condiciones mínimas de seguridad y bienestar personal, porque no es posible que conduzcan durante 16 horas o más sin detenerse en un lugar a ingerir alimentos, lo mismo que los pasajeros, quienes si no previeron llevar comida tuvieron que hacer ayuno de casi todo el día.
Al llegar a la terminal se apersonó para interponer una queja de manera formal y exigir a la empresa que mejore su servicio y se brinde seguridad al pasajero, la respuesta inicialmente fueron burlas de las señoritas que atendían las ventanillas, la mujer subió su tono de vos y fue hasta entonces que acudió otra persona de mayor rango pero nunca quiso llamar al gerente para que él recibiera la queja.
Le ofrecieron una hoja de papel para que ahí escribiera la inconformidad y se la recibieron pero se negaron a firmar un acuse de recibido en el que después pudiera dar seguimiento y saber si su queja tuvo alguna respuesta.
Acudirá a instancias legales
Finalmente, la mujer indicó que ante la poca sensibilidad de los responsables de la línea de autobuses procederá a interponer una queja en la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), por la mala calidad del servicio y llevará también un escrito a la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SICT) para que se revise la forma en que prestan servicio estas líneas de camiones y solicitar que se regule el tiempo que los conductores pueden estar manejando de manera constante y dotarles de tiempo para comer, “porque estoy segura que el chofer sufrió una hipoglucemia que fue la que le generó un desvanecimiento y puso en riesgo la vida de todos los pasajeros”.