De las 100 iglesias, parroquias y casas cúrales de Acapulco y Coyuca de Benítez afectadas por los fuertes vientos superiores a los 350 kilómetros por hora del huracán Otis, solo ocho son las que faltan ser reconstruidas reveló el arzobispo de Acapulco Leopoldo González González.
Los estragos del fenómeno dejó daños estructurales en 36 parroquias en el puerto y las otras tres en Espinalillo, Tepetixtla y Coyuca de Benítez, que tuvieron afectaciones en su estructura como la iglesia de La Mira, y el Santuario en la Poza y el resto fueron iglesias.
González González informó que a un año del meteoro solo 8 son los centros religiosos que aun faltan por reconstruir los cuales resultaron con mayores afectaciones en su infraestructura teniendo que construirse nuevamente todo.
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“El santuario del Señor de la Misericordia ubicada en la colonia Viveristas, en la zona Diamante, está aún destruido, hay algunos daños en vitrales en la parroquia de la Sagrada Familia. Sigue destruido el techo del templo parroquial en Bajos del Ejido y también en la parroquia de la calle 13 sigue destruido el techo”, detalló Monseñor.
Abundó que se llevan a cabo los trabajos de reconstrucción del templo parroquial San Rafael, ubicado en la colonia Benito Juárez y en la de unidad habitacional del Coloso y en Xaltianguis iniciaron ya la nueva construcción de su nuevo templo parroquial.
La iglesia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro ubicada en la colonia Zapata, se reportó en reparación.
El arzobispo de Acapulco señaló que la mayoría de las afectaciones de los lugares de fe fueron en su infraestructura como techos caídos, laminas ventanas de cristal, imágenes de los Santos, puertas, bancas entre otros.
Por su parte, el padre Juan Carlos Flores Rivas detalló que muchas de las parroquias afectadas tenían techo de láminas y esas fueron de las que más rápido se repusieron.
Explicó que las que aún están pendientes son iglesias de techumbre grande como la Niño Jesús de la calle 13, que por tener el techo muy alto se les ha complicado su reparación.
Pese a las daños en esos recintos, la fe fue inquebrantable, pues feligreses no dejaron de ir, incluso algunos ayudaron en su limpieza.
Algunas de las parroquias de Acapulco y Coyuca de Benítez entre su devastación se convirtieron en centros de acopio de víveres y medicamentos, así como la dotación de energía eléctrica para cargar sus teléfonos celulares y accesos a internet inalámbrico.
Gran parte de las iglesias de Acapulco y Coyuca de Benítez se sostienen de donaciones, por tanto, su reconstrucción por todo lo que Otis, destrozó será de manera lenta.