Recorrer cinco kilómetros cargando una cruz de casi 100 kilos, descalzo, sobre pavimento caliente y con una corona de espinas, es la penitencia que cada año se impone el José Manuel Ramos Esteban, con ello agradece el milagro que Dios le hizo al sanar a su progenitora de la enfermedad.
Para realizar esta penitencia Manuel se preparó tres meses de manera espiritual, psicológica y físicamente porque, dijo, no es nada fácil caminar sobre el pavimento caliente, “pero lo más difícil es ver a tu madre sufrir”.
Manuel relató que hace 12 años su madre tuvo un problema de salud que amenazaba su vida entonces él se acercó a la iglesia y ofreció a Dios hacer la penitencia durante 10 años a cambio del milagro de restaurarle la salud, doña María de Jesús Esteban Leyva mejoró y al pie de la letra cumplió la manda hace dos años.
“Ya se cumplió mi promesa pero decidí seguir hasta que mi cuerpo lo permita”, cuando el inicio tenia 14 años y se cruz era la mitad de grande, hoy 12 años después es quien encabeza la procesión y carga la cruz mas grande.
Este año en la tradición de los penitentes en la Iglesia de San Antonio de Padua, participaron 20 personas entre hombres y mujeres que han ofrecido hacer este recorrido cargando la cruz en agradecimiento y alabanza a Dios.
La marcha de los penitentes se hace atrás del recorrido que se hace en el Viacrucis con el que se recuerda la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, salen de la plaza frente a la iglesia, camina por heroínas del sur hasta la entrada de la feria y luego baja por la calle Allende.
La caminata llega hasta la calle Zaragoza en el centro de la ciudad avanza hasta mina y luego vuelve a subir por esta vía hasta el parque de salida.
La procesión inicio alrededor de las 11 del día y culmina a las dos de la tarde por lo que a la hora más intensas de sol se camina descanso sobre el pavimento caliente.