Aunque el estado de Guerrero aún sigue conservando gran parte de su territorio con vocación forestal y estudios en la materia indican que se conservan entre en 60 y el 80 por ciento de la vegetación nativa, el deterioro ambiental provocado por el hombre genera la pérdida de 10 mil hectáreas de bosque anualmente, por ello resulta interesante conocer el trabajo que en materia de educación ambiental está desarrollando la “Granja Amojileca”, un espacio de la iniciativa privada que busca concientizar y convivir con la naturaleza sin fines de lucro.
La granja, situada a sólo 13 kilómetros de la capital de Guerrero “Chilpancingo”, es un espacio de 8 hectáreas en el que en una de sus áreas, cacharros viejos que van desde una taza de baño, un zapato o una lavadora han sido acondicionados para que en ellos crezcan plantas endémicas de la región, además otros materiales no degradables como llantas y botes de plástico se utilizan para elaborar juegos infantiles y ornamentos.
La experiencia de ir a la Granja permite a los visitantes tener una experiencia de contacto directo con un grupo de venados que ha aprendido a convivir con los seres humanos, a los que se les permite alimentarlos directo en la boca.
El grupo de venados tiene más de 25 ejemplares y los niños y adultos ponen zanahoria en sus manos, la acercan a la boca de los y de ahí la comen los ciervos, el espacio está tan conservado naturalmente que permite que estos animales se reproduzcan en cautiverio y se pueden ver a los pequeños con las motas típicas de la especie en los cachorros similares a los de la caricatura Bambi.
“Aquí nadie tiene obligación de pagar nada, pero sus aportaciones nos permiten mantener abierto el espacio y seguir fomentando la educación ambiental”, comentó el profesor universitario Elino Villanueva, propietario de la granja que no tiene una cuota de ingreso, sólo un bote al final del recorrido te invita a que aportes lo que tu bolsillo te permita.
Además del venadario en la granja se tiene crías de conejos que también se dejan agarrar y tomarse fotos con ellos.
El atractivo que genera un pequeño ingreso a la granja y permite sostener gran parte de las actividades es una tirolesa en la se lanzan para atravesar por las alturas parte del cerro, quien no se quiera lanzar seguirá caminando por una vereda hasta concluir el recorrido.
"Profe aquí debería tener un punto de venta de refrescos y chelas porque está pesada la subida", sugirió uno de los miembros del grupo al profesor, “no, porque eso cambiaría el concepto, pero si gustan podemos pedirle a uno de los jóvenes que les suba algo o podemos llegar al final del recorrido y allá pueden consumir”.
La granja está abierta de jueves a domingos y sólo el último día venden comida a visitantes, ello porque muchas familias que acuden a convivir con la naturaleza les han pedido que haya algo de comer el resto de los días sólo venden refrescos y algunas botanas.
El profesor Elino relató que el terreno lo donaron amigos suyos al proyecto, personas con quienes acudían a disfrutar del campo y decidieron abrir el espacio para que muchas otras personas pudieran disfrutarlo. Además muchas personas dejan recuerdos para que se usen en el espacio de las “mugres” el sitio donde las plantas crecen en zapatos, partes de autos y hasta bacinicas.
Comentó que ha tenido algunos apoyos gubernamentales para impulsar el proyecto, pero han sido mínimos ya que se requiere de una decena de personas trabajando todos los días para mantener el espacio en condiciones adecuadas.
“Este lugar es mágico tiene dos manantiales de agua, tenemos plantas medicinales como el vaporub, que es utilizada para tratamiento de problemas asmáticos y hasta para el covid pues descongestiona las vías respiratorias. También de manera natural crecen otras plantas que son parte de nuestra cultura como Los árboles de Ayoyotes, que nos dan una semilla peculiar de la que se fabrican los cascabeles aztecas”.
Indicó que la naturaleza es muy sabia y en el caso del Ayoyote es una vaina que tiene en su interior dos semillas y cuando se enraízan en el suelo una crece más que la otra y la que se desarrolla menos cede todos sus nutrientes a la más grande de tal forma que una tenga la mayor posibilidad de sobrevivir, “estas son algunas de las cosas que podemos ver de forma gráfica aquí en esta granja en la que definitivamente hace falta mucho más trabajo, falta poder llegar a mucha más gente para que hagan un poco de conciencia sobre el ecosistema”.
La Granja Amojileca es única en su tipo, no es un lugar ecoturístico es un espacio didáctico, que al menos en Guerrero no tiene igual.
Su enseñanza es importante si se considera que de acuerdo con la ONU, de toda la historia de la humanidad, han sido los últimos 50 años donde los seres humanos han transformado los ecosistemas del mundo más rápida y extensamente.
Y esta transformación es una de las causas de la liberación a la atmósfera de cantidades importantes de gases de efecto invernadero (GEI), lo cual empeora el problema del cambio climático ver el recuadro. La rapidez y la magnitud de las transformaciones, con efectos aún desconocidos en ciertos casos, han impactado procesos ambientales locales, regionales y globales, han acelerado la pérdida de la biodiversidad y han provocado la pérdida o el deterioro de varios servicios ambientales como la disponibilidad del agua y la regulación tanto del clima y como de los ciclos biogeoquímicos, entre otros.