El 31 de marzo del 2011 el entonces gobernador de Guerrero, Zeferino Torreblanca se despidió del encargo con una gira de trabajo en la que entregó a Chilpancingo la única planta de tratamiento de Aguas residuales que existe en la capital y esta venía acompañada de un sistema de colectores marginales que se colocaron de manera paralela al cauce del río Huacapa, dos años después las lluvias provocadas por las tormentas Ingrid y Manuel destruyeron todos los colectores y hasta el momento no han logrado restablecerse.
La planta tratadora de aguas residuales de Chilpancingo no ha dejado de funcionar, el municipio sigue invirtiendo en el pago de la energía eléctrica, en los filtros y además de un sistema de bacterias que deben tener un tratamiento para mantenerlas vivas y al alimentarse limpian el agua, lamentablemente una gran parte del agua residual no llega a la planta y se canaliza directo hacia el río Azul.
En Chilpancingo existen 42 barrancas que descargan su contenido en el cauce del río Huacapa, sin embargo, todas estas se encuentran contaminadas y por ellas ya no fluye agua limpia sólo descargas de drenaje, por ello la necesidad imperiosa de que las descargas residuales se pudieran entubar y canalizar todas a la planta.
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Ángela Memije Alarcón quien es coordinadora del Comité de Cuenca del Río Huacapa-Río Azul, ha señalado el río Huacapa ya no existe “Ya no hay río, el río ya se murió. Lo que era un río se convirtió en un canal de aguas negras”.
Cuando los colectores marginales funcionaron en Chilpancingo, el río Huacapa tuvo un pequeño respiro y sobre el pavimento que cubre su cauce se vio correr pequeñas cantidades de agua limpia, en algunas zonas empezó a florecer vegetación y muchas algas, hoy los colectores siguen colapsados y el agua residual sigue corriendo encima del cemento.
Los espacios verdes nuevamente son negros o café, y el mal olor que despiden se extiende a lo largo del cauce pasando por la inconclusa ciclopista que pretendió construir Héctor Astudillo sobre el río, frente al palacio de gobierno y el Auditorio Estatal, en el que los propios trabajadores en días calurosos prefieren no comer por el riesgo de que el olor a pudrición les haga daño.
La operación de la planta de Tratamiento de aguas residuales cuesta alrededor de cinco millones de pesos al mes, cuando se construyó se proyectó que podría ser autosustentable por dos factores, el agua tratada se puede comercializar para la industria, pero lamentablemente en Chilpancingo no hay industria y los únicos que la llegan a utilizar es el personal del ayuntamiento para regar los parques, y así no generan ningún ingreso.
Además de que por lo lejos que está la planta, a la altura de Petaquillas, es más fácil tomar agua del tanque de distribución para hacer esa labor.
Otro factor que podría generar ingresos es la producción de biofertilizante, pues la extracción del material que llega en las aguas negras es orgánico y funciona perfecto para la producción de algunas plantas como flores, pero igual que el agua reciclada aquí no hay quien lo utilice por ello el fertilizante es enviado a la basura y el agua tratada se devuelve al río para que en Petaquillas se vuelva a contaminar.