Como si se tratase de una escena sacada de unan película de ciencia ficción en Chilpancingo, un viejo vagón de Ferrocarril montado en sus vías, comparte espacio con un aeroplano en la entrada de lo que en algún momento fue un espacio dedicado al estudio de la ciencia y tecnología para niños, hoy lamentablemente es un lugar en ruinas, olvidado y sólo visitados por drogadictos que usan el espacio para protegerse de las inclemencias del tiempo.
El Centro Infantil de Recreación Ciencia y Cultura (Cyrcyc) fue creado a mitad de la década de los 90, fue una iniciativa del entonces secretario de educación Amín Zarur Ménez, quien presentó el proyecto en un foro al que asistió como ponente la maestra Angela Memije Alarcón y fue entonces que por su destacada participación le encargaron hacerse cargo de ese proyecto.
Lee también: Algarabía y tradición en el Encuentro de Tlacololeros
Ángela Memije hoy a casi tres décadas de que se inició este proyecto relató algunas de las peripecias que se pasaron para poder lograr tener este espacio dedicado a la promoción de la ciencia, la tecnología y el Medio ambiente, "en esa época que una mujer se hiciera cargo de un proyecto tan ambicioso fue un reto muy grande y hubo muchos hombres que se opusieron y contra los que tuvimos que luchar".
El Circyc en sus buenos momentos tuvo el primer centro de cómputo de la capital, en él los niños podían conocer el funcionamiento básico de una computadora, también tuvo un observatorio astronómico, del que hasta la fecha muchos de quienes participaron en su proyecto original siguen teniendo el gusto por ver el cielo, los astros y se muestra en la amplia participación que se tiene en actividades como la noche de las estrellas.
El vagón del tren y el avión se concibió inicialmente como un espacio en el que se resaltaría la importancia que fue el invento de la locomotora y el desarrollo que han tenido los medios de comunicación, y establecerlo fue toda una peripecia pues se tenía contemplado un vagón más grande que no pudieron subir hasta ese espacio, y finalmente se trasladó al centro escolar Chilpancingo, que será un tema que podremos abordar en otro trabajo por separado.
Durante dos décadas el Circyc fue un espacio prolífero, que ofreció cursos, talleres, foros, y clases especialmente enfocadas a niños "atendíamos 200 niños diarios en diversos horarios, y no sólo de Chilpancingo sino de todo el estado que venían a visitar las instalaciones y adentrarse en la ciencia y la tecnología".
La caída
De acuerdo con el relato de Angela Memije, el Centro inició su debacle por un conflicto con una trabajadora que se volvió inestable en el trabajo y que faltaba mucho, "hable con ella y le dije que si ya no estaba a gusto en este proyecto podría buscar un espacio diferente en la SEG y nosotros la liberábamos, no sabemos de qué forma se lo contó a su esposo Nicolás Chávez Adame que se fue contra nosotros y se inició una lucha laboral".
Azuzados por Nicolás Chávez un grupo de trabajadores tomó las oficinas del Circyc y el conflicto fue creciendo al grado que también intervino un grupo de trabajadores del SNTE y se llegó al grado de un enfrentamiento a golpes, después las autoridades decidieron remover a la directora y reasignarla a otros espacios de la SEG.
Los nuevos directivos perdieron convenios de colaboración y poco a poco el centro fue yendo en decadencia hasta que se convirtió en un elefante blanco que no tenía nada que ofrecer a los niños y terminó pro cerrar.
Hoy las fuentes están secas, el tren metido en la estación olvidado y el avión grafiteado, no hay seguridad y los espacios se han convertido en nidos de delincuentes y drogadictos que se refugian en el sitio.
Angelita Memije indicó que ha presentado solicitudes a la Secretaría de Educación para que este lugar se rescate y hoy se convierta en un centro de ciencia tecnología y especialmente de cultura ecológica, "es un espacio que tiene mucho potencial, pero que necesita de arduo trabajo y determinación, para mantenerlo abierto".
De acuerdo con la enciclopedia Guerrerenses, el centro inició sus actividades el 16 de enero de 1995, ubicado al noreste de la ciudad de Chilpancingo, en Libramiento a Tixtla sin número, en el tradicional barrio de San Mateo, a cargo de su directora fundadora, la psicóloga Ángela Memije Alarcón.
El Circyc recibió reconocimientos entre los que destaca el Premio Estatal al Mérito en Educación Pública Francisco Granados Maldonado que le fue otorgado en el año 2003 y ni eso valió para que el estado permitiera su deterioro y abandono.