Dan las seis de la tarde y desde un punto del zócalo de Chilpancingo, todo el mundo puede escuchar la voz inconfundible de Alfredo Martínez Barbosa mientras ofrece su pay a quienes transitan por el lugar: “¡Pay de Queso!”, dice apretando las palabras .
Su grito, la charola de pays, su abundante cabello blanco y su bigote, lo han convertido en un personaje icónico de la ciudad a quien todos conocen como “Don Pay de Queso”, un oriundo de Chilpancingo, proveniente de una familia nativa de la ciudad.
Se decantó por vender pay porque fue la única salida que le quedó tras perder su empleo como taxista, allá por el año de 1987. Se fue “a la banca”, dice al recordar ese momento de su vida, que es un término que utiliza los choferes del compañero que se queda sin trabajo. A su paso por el volante, fundó con un grupo de compañeros la Organización de Auténticos Taxistas Independientes de Chilpancingo (OATICH), que fue la tercera agrupación de ese tipo en la ciudad.
Al desempleado, quedarían comprometidos con su esposa que venderían pay en lo que se presentaba una oportunidad de trabajo, sin embargo, ya suma 35 años y contando en el negocio, con en el que ha mantenido a su familia y con el que ha pagado los estudios de sus hijos.
Después tuvo la oportunidad de regresar como taxista, sin embargo, se dio cuenta de que en ambos trabajos tenían los mismos ingresos, solo que en uno de ellos, no corrió el riesgo de atropellar a alguna persona o de sufrir un accidente vial.
Alfredo Martínez era uno de los tantos vendedores que recorrían el centro de la ciudad para ofrecer sus productos , ya quien el auge que tuvieron las redes sociales en la última década, lo catapultaron a tal punto de que ahora recibe mensajes del extranjero para saludarlo, otros personas lo ven en la calle y le piden una fotografía. “Me siento como Pavo Real cuando me piden una foto”, dice.
En media hora de dura la charla en el zócalo, más de una persona lo reconoce y más de cinco se detiene para saludarlo. “Candidato”, le llegan a decir.
Y es que el señor Barbosa, no solo se dedica a las ventas, sino que en tres ocasiones ha buscado ser presidente municipal de Chilpancingo y no descarta una cuarta.
En las dos elecciones en que participó, fue en la de 2015 en la que más se aproximó a cumplir su sueño. En ese momento de la mano del Partido Humanista, de la nada se ubicó en el tercer lugar de la votación, solo por encima del PRI y PRD, partidos ya consolidados.
Su aspiración no se concretó porque a diferencia de otros candidatos, él no contaba con ningún padrino, esa es su reflexión, pero por otra parte, la lectura que el tiene sobre lo que pasó en ese momento, es que la ciudadanía ya empezaba a rechazar al mismo grupo de políticos, “chapulines”, como él los llama.
En los comicios de 2021 se anotó para ser candidato de Morena , porque sus amigos y conocidos lo animaron y le dijeron que obtendría el mayor número de votos en las internas, en las que contendería contra siete aspirantes, entre ellos la actual presidenta municipal Norma Otilia Hernández.
“Es la fecha que seguimos esperando que se haga la encuesta, eso te da a entender que ya estaba arreglado”, dice en relación a que el partido no actuó de forma democrática.
Hoy en día, a casi un año del actual gobierno municipal, Barbosa se queja de que no hay cambios, y que los problemas en la ciudad siguen siendo los mismos de siempre, la falta de agua, las pésimas condiciones de las calles, el problema de la inseguridad y que no hay inversión. Y mientras haces aseveraciones, afirma que Chilpancingo requiere un gobierno del pueblo, y es cuando sin decirlo se apunta.
Para él, el trabajo, la constancia y la perseverancia, son palabras clave para haber ganado “fama” en la capital.