Las difíciles circunstancias por los hechos de violencia que se padecen en Guerrero, no es el único factor que tiene que enfrentar un maestro cuyo centro de trabajo se ubica en alguna comunidad rural del municipio de San Miguel Totolapan, sino los gastos que cubre de su raquítico salario para transporte, alimentación y hospedaje.
La Secretaría de Educación Guerrero (SEG) al otorgar las plazas a los egresados de las escuelas normales públicas, no realiza un estudio previo para que un maestro imparta clases en lugares cercanos de donde reside, sino que los envía a las zonas más apartadas de las grandes ciudades para cubrir los espacios vacantes.
Evidentemente que esto permite que las niñas y niños de las poblaciones rurales tengan acceso a una educación laica y gratuita, aunque les represente un gran costo económico y de riesgo por el problema de inseguridad existente a los trabajadores de la educación.
Para dar una idea de lo complejo que resulta el quehacer educativo en las poblaciones rurales, una maestra de recién ingreso asignada a una comunidad distante de la cabecera municipal de San Miguel Totolapan, tiene que abordar varios transportes para poder llegar a su centro de trabajo.
Un ejemplo es la distancia que tiene que cubrir una maestra que imparte clases en un jardín de niños en una población ubicada en la parte alta de la sierra de la región de la Tierra Caliente, cuya odisea inicia desde que sale de su hogar.
Madre de tres hijos que se quedan al cuidado de su esposo y con un salario de 5 mil 700 pesos, parte del puerto de Acapulco el domingo por la tarde y paga 750 pesos a la Ciudad de Altamirano, de ahí toma una urvan de Arcelia a San Miguel Totolapan y desembolsa 55 pesos más.
De la cabecera municipal toma una pasajera a Ajuchitlán y el costo es de 45 pesos por persona, pero cuando no hay este tipo de transporte se cooperan con otros docentes y toman un taxi especial que les cobra mil 500 pesos a las comunidades de la sierra, por lo que les toca pagar 400 pesos cuando son cuatro personas.
Es de destacarse que, parte de la carretera es pavimentada, pero después deben recorrer caminos accidentados por la topografía del lugar. polvorientos y peligrosos, pues son rutas que utilizan los grupos delincuenciales que operan en la zona serrana de la región de la Tierra Caliente.
Pero la quincena de la educadora tiene que absorber además, gastos de alojamiento y alimentación, que les representa 800 pesos por renta de un cuarto y 600 pesos en la compra de huevos, tortillas, entre otros artículos de la canasta básica.
Entonces del salario de la docente se reduce a la cantidad de mil 300 pesos, que evidentemente no les alcanza para nada, pero tienen que cumplir con este requisito básico y esperar su turno en la larga lista de maestros que también hacen méritos y poder tener derecho a ser asignado a otra escuela más cercana de su lugar de residencia y que le permita reducir sus gastos de su salario.
Toda esta problemática la conocen perfectamente los funcionarios de la Secretaría de Educación Guerrero, pero la invisibilizan y minimizan, sólo en ocasiones muy especiales tocan el tema como parte de una arenga política o para obtener simpatías, pero al final no cambia nada y el maestro rural se las tiene que ingeniar para cumplir con su noble labor de educar, a pesar de estos costos y todas estas carencias.