El secuestro que sufrió el fotoperiodista Jair Cabrera Cuevas hace 7 años en Guerrero fue un parteaguas en su vida; el 13 de mayo del 2017 el comunicador junto a 7 periodistas más fueron "levantados" por un grupo de civiles armados en la región de Tierra Caliente, los despojaron de una camioneta equipo de trabajo y especialmente todas las imágenes que habían logrado en la cobertura del conflicto de violencia, eso lo hizo pensar en abandonar definitivamente el periodismo.
Siete años después regresó a Guerrero, tras haber recorrido gran parte del mundo documentando conflictos sociales, desplazados por la violencia, temas de derechos humanos y un par de guerras.
En su vuelta a la Chilpancingo presentó su libro "Travesía" en el que con 120 imágenes muestra lo que sus ojos han mirado en los últimos 15 años, recordó que tras el incidente en que le apuntaron con un rifle AK-47 en la cabeza buscó asilo político en España, pero le fue negado, luego tuvo que regresar México tras pasar por una serie de países.
Hoy Jair Cabrera se encuentra asentado en la Ciudad de México desarrollando un trabajo que tiene que ver con visibilizar los problemas que se tienen en la capital, problemas que le hacen tener más contacto directo con la población y le han permitido también darse el tiempo para que junto a su hermano hicieran el trabajo editorial para que el libro surgiera con una gran calidad.
Enlazado con lo que le ocurrió el 13 de mayo en la Tierra Caliente, recordó que mientras se encontraba en Afganistan coberturando secuelas de la guerra que desde hace 40 años se vive en esa nación, encontró que ahí hay mucha población que habla español y se enteró que tras la invasión de Rusia a Afganistán Fidel Castro envió apoyo humanitario y ofreció asilo a muchos afganos que se fueron a vivir a Cuba y ahí se educaron y aprendieron el español.
“En la última charla el Afgano me decía que son más de 40 años de Guerra y siempre se ha contado la historia a través de los ojos de occidente por eso nadie ha entendido esta guerra que se vive aquí”.
Esas palabras hicieron reflexionar en el papel que estaba jugando en países con una cultura diferente: “Me dije tiene razón, no tengo nada que hacer aquí, no entiendo su guerra, su idioma, su cultura, tengo que regresar a México, ese día volví porque mi guerra, está acá, tengo que regresar a contar la historia que si entiendo”.
Entonces regresó con una nueva perspectiva de lo que quería hacer con su vida; “llegué a mi casa y a mi familia que después del 13 de mayo le había dicho que quería dejar el periodismo, les dije, mi decisión está tomada, desde hoy, mi cámara, mis fotografías, mi visión, están al servicio de la gente. Mi corazón, mi alma está al servicio de la gente y ya no hay vuelta atrás”.
En el evento de presentación del libro se explicó que la actividad se realizó en el marco del Día Internacional de la Libertad de Prensa que se conmemoró el 3 de mayo, pero se retrasó para poder hacerlo juntando la fecha con el séptimo aniversario del ataque a los periodistas en la Tierra Caliente.
Se expresó que en Guerrero en lo que va del actual gobierno se tiene 4 periodistas asesinados: Fredid Román en Chilpancingo, Alfredo Cardos, Nelson Matus y Gerardo Torres en Acapulco, además de decenas de comunicadores asesinados en años anteriores y todos tienen algo en común, las investigaciones no ha dado resultados y los crímenes se encuentran en la impunidad.
También se resaltó el hecho de que en noviembre pasado 4 periodistas de Chilpancingo fueron atacados a balazos, y en Taxco tres fueron secuestrados junto a sus familiares, por lo que en Guerrero el oficio de periodista es de los más riesgosos que existen.