Con aceite reciclado hace jabones biodegradables

Debido a su iniciativa, la joven Andrea López fue invitada para impartir un taller en Tecpan para compartir sus conocimientos en la elaboración

Juan Manuel Molina | El Sol de Acapulco

  · domingo 25 de diciembre de 2022

Elaboración de los jabones orgánicos. / Foto: Cortesía | @Ejido Cordón Grande

Andrea López (21 años), es una joven emprendedora que fabrica jabones con aceite comestible reciclado para reducir la contaminación del agua y el cuidado del medio ambiente.

Es originaria del municipio de Tecpan de Galeana, estudiante de la Escuela Superior de Desarrollo Sustentable de la Universidad Autónoma de Guerrero.

Recientemente fue invitada por pobladores de la Sierra de ese municipio para impartir un taller de elaboración de jabones para lavar trastes y ropa, y el que señala es cien por ciento biodegradable.

Recuerda que desde la preparatoria tomó conciencia sobre el cuidado del medio ambiente, y comenzó a empaparse de temas e información para aportar su granito de arena para cuidar el planeta.

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Eso la llevó a capacitarse para la fabricación artesanal de estos jabones, los cuales están hechos a base de aceite usado, hidróxido de sodio y agua. En estimaciones, con un litro de aceite puede fabricar un kilo de jabón, los cuales vende en presentaciones de 400 gramos y que ha sido bien recibido por la población, a parte por el bajo costo de estos productos.

Sus amigos, vecinos y comerciantes de alimentos, son quienes principalmente le suministran aceite. En una ocasión recibió hasta 300 litros de aceite usado, que eran de una sola persona que se dedicada a la venta de hamburguesas y que lo había recolectado por tres años.

Producto totalmente terminado. / Foto: Cortesía | @Ejido Cordón Grande

Dice que los especialistas señalan que un solo litro de aceite, puede contaminar hasta 40 mil litros de agua.

“Lo hago no solo para comercializarlo, sino para crear esa conciencia de que un desperdicio no va a ser un desperdicio y que ya no va a contaminar y también para enseñar a las personas que de que algo que ya use, si lo desecho mal, pues va a contaminar”, señaló.

Su proyecto de emprendimiento lo desarrolló a la par con la pandemia, y actualmente utiliza un pequeño local para ofertas otro tipo de productos sustentables.

Todo se inspiró con la palabra “Cayele”, un vocablo de origen zapoteco cuyo significado es florecer. Desde un cuarto abandonado de su casa, Andrea aspira a dejar su huella en el planeta.