Largas filas pudieron observarse en diversas paradas de Chilpancingo con la esperanza de que usuarios pudieran viajar a bordo de una de las escasas unidades del transporte público que operaron este martes.

Se trató del segundo día en que la ciudadanía se vio afectada por la suspensión del transporte público en la capital, debido al ataque armado que sufrió una base de urvans que dejó cuatro personas muertas y una unidad incendiada.

Autoridades de gobierno mencionaron que la suspensión del transporte había sido de aproximadamente el 70 por ciento, aunque en los hechos, se trató casi un 100 por ciento.

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Durante la noche del lunes, integrantes del gremio del volante anunciaron que no brindarían el servicio inicialmente por tres días, en demanda de garantías de seguridad para desempeñar su labor.

El lunes, urvans y taxis guardaron sus unidades alrededor del mediodía, después de que en la base de las urvans de la ruta de Los Ángeles-Mercado, se registra el ataque a choferes.

Inmediatamente, se suspendió el transporte por la zozobra que generó el ataque. También pararon labores los transportistas de rutas foráneas, quienes trabajaron a las afueras de Chilpancingo y con resguardo policial.

En este segundo día sin servicio, las personas esperaban tomar el transporte para acercarlos a sus hogares, mientras que otros grupos de personas se levantaron desde muy temprano para caminar y así poder llegar a sus destinos.