El abuelo Diego inició sembrando el café capulín, su tercera generación hace seis años lo llevó a industrializarlo, y hacer un sueño familiar realidad en el municipio de Iliatenco en la región de la Montaña de Guerrero.
María Rojas Aburto profesora de inglés y cafetalera junto con 25 personas; padres, hermanos y amigos comercializan este café de altura en toda la República mexicana, obteniendo un ingreso propio semanalmente.
Ella recordó que su abuelo paterno era campesino de la planta capulín, la cual es fruto de café, también conocida como cereza por tener las características de ser pequeño, redondo y de color rojo intenso cuando está maduro y por dentro es donde se encuentran los granos o semillas de café.
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“Él quedó marcado en nuestros corazones y fue un hombre quien nos impulsó a cuidar todo lo que es el café y que el producto sea tan natural, ese cuidado tan principal que implica entregar un producto de calidad en la taza”.
María narró que hace años Don Diego solo vendía el café capulín, (la cereza madura), la cual secaba por quince días y ellos decidieron llevarlo directo a las tazas de los hogares realizando el proceso de transformación para lograr el molido perfecto para ser hervido.
Dicha planta se encuentra a mil 300 metros sobre el nivel del mar, siendo un producto orgánico bajo un estricto control de calidad, normas orgánicas y estudios de laboratorio.
Al seleccionar los granos consideran los más maduros para que resulte una exquisita tasa de café, con sabor al cálido clima de la Montaña de Guerrero.
Su elaboración consiste en eliminar la cáscara de la semilla y posteriormente tostarlo, para después molerlo y empaquetarlo.
El café El abuelo Diego tiene dos presentaciones una de medio kilogramo y la otra de un cuarto, costando 85 y 160 pesos.
María Rojas no solo se dedica a la empresa familiar, ella es profesora de inglés en una escuela de preparatoria en Iliatenco.