Amasar el barro, mezclarlo, estirarlo y darle forma para hacer vasijas, alcancías, calaveras y casi cualquier forma, parece una tarea fácil cuando lo hacen las manos de Maricruz Hernández Abrajan, sin embargo, es una actividad muy compleja, difícil y laboriosa, más cuando se hace a nivel de arte y cada pieza que se elabora tiene un toque especial y único.
Maricruz creció viendo a sus padres trabajar el barro en el taller de alfarería de la ciudad de Tixtla, sin embargo en hasta su juventud poco se interesó en esa actividad y se dedicó a estudiar para concluir la carrera de licenciado en educación misma que desempeña como maestra de educación para adultos en un programa de la Secretaría de Educación Guerrero.
El asistir a visitar a sus padres de manera constante en el taller y aún cuando la labor educativa absorbe la mayor parte de su tiempo, generó en la mujer una atracción por la elaboración de piezas de barro en las que comienzan a mezclar la técnica de fabricación con el conocimiento de la cultura y arte local.
“Lamentablemente este trabajo es mal pagado porque las personas poco valoran el esfuerzo que se tiene que hacer para concluir una pieza que es única e irrepetible, ya que habrá otras que se le parezcan, pero cada pieza es singular”.
Las creaciones más recientes y que han generado éxito son pequeñas figuras humanoides cabezonas vestidos y pintados representando las danzas tradicionales, estas figuras lograron gustar al grado que personas radicadas en la ciudad de Atlanta le pidieron enviar las piezas hasta ese lugar.
“Un comprador me pidió una colección completa de las danzas que fueron 24 piezas y me mandó un video de cómo las usé para adornar una mesa durante una fiesta con temática guerrerenses que hizo allá en Atlanta”.
Mencionó que las piezas para ellos fueron muy baratas pues cada una se la vendió en 200 pesos lo que equivale apenas a 10 dólares, a pesar de que son elaboradas, pintadas y decoradas completamente a mano, cada pieza es única, no son de molde como se hacen otras piezas.
El taller de alfarería se instaló en la ciudad de Tixtla aproximadamente en 1985, como parte de un proyecto gubernamental que apoyó el entonces gobernador Alejandro Cervantes Delgado, quien les donó los tornos, les ayudó a conseguir el terreno y les envió a capacitadores para que les enseñaran a fabricar las piezas.
Indicó que fueron nueve familias las que se involucraron en el proyecto y que por mucho tiempo estaban trabajando sin embargo poco a poco el trabajo ha tenido menos ventas y se fueron desesperando y abandonándolo, “de las nueve personas que iniciaron ya fallecieron dos y de las que aún viven sólo tres vienen a trabajar, pero los quieran podrían hacerlo sin problema porque este es un espacio colectivo ”.
El taller se encuentra en el cerro del fortín, un sitio que albergó episodios de la guerra de independencia y hoy se encuentra poblado y quedó al centro de la ciudad de Tixtla.
En el taller se elaboran cazuelas, ollas, alcancías, macetas, floreros y en fechas especiales se ofrecen productos de elaboración artística por ejemplo en esta temporada de día de muertos lo que más se vende son las catrinas y las calaveras, mientras que en el mes de diciembre se venden representaciones del nacimiento del niño Dios en pesebres que se forman con ollas.
Trabajar el barro lleva todo un proceso, primero tiene que ir por la tierra a un punto a las orillas de la población, se lleva al taller, donde se muele, se cuela, se criba y se revisa que no tenga ninguna piedra, después se mezcla con agua para empezar a moldear las piezas algunas por su complicación se tiene que elaborar, después orear, hacer los detalles, lijarla, hornearla, pintarla, decorarla y finalmente sacarla a la venta.
“Se gana bien poco porque las personas de aquí no valoran este trabajo y nos ha sido complicado poder ofrecer las creaciones fuera de la tienda, poder llegar a compradores que si paguen por el esfuerzo y por lo que sin lugar a dudas es una obra de arte ”.
Las obras de Maricruz además de haber llegado hasta los Estados Unidos se han utilizado por el gobierno para hacer reconocimientos en el día del Tlacololero donde se usaron las figuras de esta danza se han usado por el gobierno municipal de Tixtla para hacer reconocimientos, e incluso se usaron por el gobierno del estado para reconocer a quienes participaron en la semana Altamiranista, lo que muestra la muy alta calidad con que se elaboran las piezas y lo único que les ha faltado es tener a los clientes correctos para poder dar la plusvalía correcta a sus obras.