Durante los últimos nueve años Marco Antonio ha recorrido, ciudades, pueblos y rancherías, de feria en feria, para ganarse la vida, él junto a sus inseparables compañeros, El Palomo (un toro cebú) y el payaso (un pequeño caballo pony) en los que las personas pueden montar para ser fotografiados y guardar un recuerdo, lamentablemente la emergencia sanitaria establecida por la pandemia de Covid-19 suspendió las festividades y con ello se canceló su fuente de autoempleo.
Cabe señalar que tomarse fotografías sobre caballos de madera o animales vivos es una tradición muy arraigada en la cultura de los mexicanos y tradicionalmente se realiza durante las ferias que se instalan en el marco de celebraciones religiosas, sin embargo al estar toda actividad masiva suspendida por los efectos de la pandemia, quienes viven de las ferias han tenido que buscar alternativas de subsistencia.
Durante el fin de semana Marco Antonio García quien es originario del municipio de Chilapa, se trasladó a Chilpancingo y consiguió permisos de gobierno municipal para poner sus animales en una esquina del andador zapata y poder ofrecer ahí su servicio de toma de fotografías, “le ando buscando para sacar al menos para las tortillas, tengo cinco hijos y mi esposa que mantener, además de mis animalitos que también requieren de mucho cuidado, alimentación, medicinas, limpieza y más cosas”.
Comentó que en un momento pensó en vender el toro para poder sobrellevar la situación sería un gasto menos y obtendría un dinero, sin embargo dos razones lo detuvieron, primero el precio que obtendría no llegaría ni a un terco del valor estimado del animal, “un ejemplar como este por la educación que ha tenido desde su nacimiento se consigue en no menos de 40 mil pesos y si lo vendo me lo pagan a precio de carne para el rastro y no me dan más de 15 mil”.
Pero la parte más dolorosa de venderlo sería perder mi amigo, “él es como un perro que crían en su casa, desde muy pequeño fue acostumbrado a estar con los humanos y cuando tiene hambre él me busca, si se estresa pide que lo acaricie y juntos hemos andado por todos lados y por eso es difícil pensar en venderlo”.
Mencionó que el trabajo aquí en la capital ha sido poco, sin embargo mientras le permitan instalarse seguirá ofreciendo sus servicios porque necesita sacar algo al menos para comer, “las ferias están cerradas y no hay más de donde poder tener algo para la familia”.
La presencia de los animales en el andador Zapata en pleno centro de esta capital llamó mucho la atención de quienes pasaban por este lugar, muchos se acercaron a acariciar a los animales, que sin hacer ningún movimiento lo permitieron, incluso cuando ya no eran acariciados buscaban a su propietario para que mantuviera el contacto humano con ellos.
Toño, destacó que su actividad es muy noble ya que además de disfruta de la compañía de los animales obtiene el sustento para su familia, sin embargo en este momento la crisis está asfixiando a quienes viven de las ferias, “tenemos seis meses sin ningún ingreso y ya es imposible sostenernos, por eso hay que salir a buscarle”.