Lo único que no le quitó el huracán son sus ganas de seguir viviendo aseguró la señora Blanca Estela Morales Martínez, quien la madrugada del 25 de octubre, postrada en su silla de ruedas vio como volaron los pedazos de su vivienda y todas sus pertenencias sin poder hacer nada, “lo único que me quedó fue rezar y pedir a Dios que el viento no me llevara y creo que me escuchó”.
Apenas empieza a relatar parte de lo que vivió sus ojos se llenan de lágrimas y sus mejillas tiemblan por recordar el miedo, que sintió al estar resguardada en un pequeño baño sin poder hacer nada.
Lea también: Discapacitados enfrentan mayor dificultad de acceso en las calles
Cuando el viento pasó nos quedamos sin luz, todo era confusión, no sabíamos que hacer, todo estaba destruido, nos estábamos mojando y yo sin siquiera poder caminar, finalmente fuimos a la casa de unos vecinos que es de material y con ellos nos resguardamos.
Actualmente doña Estela Morales se encuentra albergada en la Unidad deportiva Jorge Campos, ahí recibe tres alimentos al día y apoyo médico para atenderse los pies que le fueron cortados debido a complicaciones con la diabetes.
“El huracán se llevó todo, todo, todo, lo único que no nos quitó fueron las ganas de vivir, hoy vemos todo más difícil, no sabemos que hacer, no tenemos nada, no hay trabajo, pero tenemos que salir adelante”.
Morales Martínez tiene 53 años de edad, vivía en San Luis, Joyas de San Agustín, y su casa está catalogada como pérdida total.