Una mujer embaraza con tres meses de gestación, y una niña de tres años de edad en la orfandad, dejó José Antonio Lumbraño Pérez, policía turístico, que perdió la vida por un disparo de arma de fuego que perforó su pecho y que salió de un arma de un agente de la Policía Estatal.
Solo tenía 33 años de edad, hace unos meses había terminado su licenciatura en derecho e iba a ser padre por segunda vez, sin embargo, mientras convivía con algunos familiares en casa de su madre, fue agredido por agentes de la policía estatal, quienes sin medir palabra le dispararon a quemarropa.
Ayer alrededor de las once del día, el cuerpo del que fuera escolta del alcalde Evodio Velázquez Aguirre, llegó a las instalaciones de la Secretaría de Seguridad Pública de Acapulco, donde ya lo esperaban sus compañeros para darle el último adiós antes de ser sepultado.
Su madre, lloraba desconsolada junto a sus demás familiares, “Toñito me dejaste sola, hijo, ya te vas, hay que dolor siento, Toño quien te hizo esto”, mientras sus hermanos y su hija de tres años no paraban de llorar, y al mismo tiempo exigían justicia para que los responsables sean castigados.
Toño como le decían sus amigos, vivía en el fraccionamiento Los Tulipanes en la zona conurbada del puerto, estuvo en el Ejército Mexicano del 2004 al 2007, era casado y su categoría fue de policía tercero turístico acreditado, toda vez que era de los pocos que había aprobado todos los exámenes de control y confianza exigidos por la Federación.
La víctima quien el día de su muerte se encontraba dew descanso, porque había estado trabajando y cuidando al alcalde durante las sesiones de cabildo que se llevaron a cabo el pasado jueves en el ayuntamiento porteño, había ingresado a la corporación el pasado 16 de septiembre del 2010, por lo que contaba con una antigüedad de 8 años y 7 meses de servicio.
Tras un minuto de aplausos y el último pase de lista, el cuerpo de Antonio fue metido a una carrosa fúnebre, donde también subió su madre y su esposa, para acompañarlo hasta el final, hasta su última morada, a su descanso eterno en el panteón, sin antes señalar que siempre será recordado como lo que fue, un hombre respetuoso, sin vicios, tranquilo y que siempre amó a su familia.