/ miércoles 1 de julio de 2020

De la playa al asfalto

Afectado por la falta de empleo, “El Charal”, un prestador de deportes acuáticos de Puerto Marqués, no se doblega y busca paliar la crisis alimentaria trabajando de taxista

Afectado por la falta de empleo, “El Charal”, un prestador de deportes acuáticos de Puerto Marqués, no se doblega y busca paliar la crisis alimentaria trabajando de taxista, a la vez que ruega termine esta convalecencia obligada por la pandemia del Covid-19, que sigue expandiéndose y mermando la población en el puerto de Acapulco.

"El Charal", quien dice que está felizmente casado y es padre de dos adolescentes y un menor de edad, que dependen todavía económicamente de él, desde los primeros rayos de sol sale a ganarse la vida, pero no como prestador de servicios turísticos, ahora conduce un taxi colectivo y da servicio de transporte desde Puerto Marqués a la glorieta, ganando apenas para irla pasando.

Foto: Celso Castro Castro | El Sol de Acapulco

Nativo de este centro turístico alterno a la bahía más hermosa del mundo, en donde casi nadie le habla por su nombre, “a mí me conocen como El Charal, porque a mi padre así le dicen, él me enseñó a trabajar y ganarme el sustento honradamente en la playa, donde rento motos acuáticas para sostener a mi familia”.

Sin embargo, la pandemia le cambió el curso de su vida, pues las autoridades desde el mes de abril dieron la orden de que se cerraran todas las playas y se suspendieran las actividades recreativas, “nos dijeron quédense en sus casas, pero nunca nos dieron apoyo alguno para darle de comer a nuestra gente”.

La asistencia que han recibido los marquesanos, asegura, ha sido con afanes de protagonismo partidista que no a todos los políticos les ha favorecido, incluso, recuerda el capítulo que protagonizo la alcaldesa Adela Román Ocampo, que amenazó con llevarse el comedor comunitario porque no les dejaron a sus empleados que pusieran una lona.

A mí no me van a decir que quienes operan el comedor comunitario instalado por el ayuntamiento se trate de un acto de sensibilidad social, lo hacen como parte de una estrategia concebida para tener el control político de Puerto Marqués, según su opinión personal.

De facilidad de palabra y con un agudo sentido analítico, refiere que en lo personal le preocupa que todavía no toque fondo la crisis pandémica, pero también le molesta que las cifras del semáforo epidemiológico sean contradictorias con la realidad que se vive, “el gobierno federal da unos números de casos positivos y de fallecidos por Coronavirus, pero no más no cuadran con los que tienen en los hospitales y ni los cuerpos que son llevados a enterrar al panteón”.

A pesar del protector facial, refleja la tristeza en su rostro y revela que le ha tocado perder amigos y algunos conocidos por contagiarse de este virus, por eso cuando sale a trabajar usa el cubrebocas, porque sí cree en la enfermedad, pero no puede darse el lujo de quedarse en casa como recomiendan las autoridades, tiene que salir para llevar el sustento a su hogar, pidiéndole a Dios poder regresar con bien con los suyos.

Foto: Celso Castro Castro | El Sol de Acapulco

“Mire mi amigo, créalo que ya deseo que esto termine, pero veo que el regreso a la normalidad va estar complicado, porque el gobierno federal focaliza la reincorporación a la vida rutinaria en indecisiones y esto aleja el estado de bienestar que todos buscamos, porque ya vimos que la crisis pandémica desnudo las limitaciones de las autoridades y así no más no va caminar el sistema productivo”, indica, al tiempo que ofrece sus servicios a unas personas que caminan por esa zona.

Afectado por la falta de empleo, “El Charal”, un prestador de deportes acuáticos de Puerto Marqués, no se doblega y busca paliar la crisis alimentaria trabajando de taxista, a la vez que ruega termine esta convalecencia obligada por la pandemia del Covid-19, que sigue expandiéndose y mermando la población en el puerto de Acapulco.

"El Charal", quien dice que está felizmente casado y es padre de dos adolescentes y un menor de edad, que dependen todavía económicamente de él, desde los primeros rayos de sol sale a ganarse la vida, pero no como prestador de servicios turísticos, ahora conduce un taxi colectivo y da servicio de transporte desde Puerto Marqués a la glorieta, ganando apenas para irla pasando.

Foto: Celso Castro Castro | El Sol de Acapulco

Nativo de este centro turístico alterno a la bahía más hermosa del mundo, en donde casi nadie le habla por su nombre, “a mí me conocen como El Charal, porque a mi padre así le dicen, él me enseñó a trabajar y ganarme el sustento honradamente en la playa, donde rento motos acuáticas para sostener a mi familia”.

Sin embargo, la pandemia le cambió el curso de su vida, pues las autoridades desde el mes de abril dieron la orden de que se cerraran todas las playas y se suspendieran las actividades recreativas, “nos dijeron quédense en sus casas, pero nunca nos dieron apoyo alguno para darle de comer a nuestra gente”.

La asistencia que han recibido los marquesanos, asegura, ha sido con afanes de protagonismo partidista que no a todos los políticos les ha favorecido, incluso, recuerda el capítulo que protagonizo la alcaldesa Adela Román Ocampo, que amenazó con llevarse el comedor comunitario porque no les dejaron a sus empleados que pusieran una lona.

A mí no me van a decir que quienes operan el comedor comunitario instalado por el ayuntamiento se trate de un acto de sensibilidad social, lo hacen como parte de una estrategia concebida para tener el control político de Puerto Marqués, según su opinión personal.

De facilidad de palabra y con un agudo sentido analítico, refiere que en lo personal le preocupa que todavía no toque fondo la crisis pandémica, pero también le molesta que las cifras del semáforo epidemiológico sean contradictorias con la realidad que se vive, “el gobierno federal da unos números de casos positivos y de fallecidos por Coronavirus, pero no más no cuadran con los que tienen en los hospitales y ni los cuerpos que son llevados a enterrar al panteón”.

A pesar del protector facial, refleja la tristeza en su rostro y revela que le ha tocado perder amigos y algunos conocidos por contagiarse de este virus, por eso cuando sale a trabajar usa el cubrebocas, porque sí cree en la enfermedad, pero no puede darse el lujo de quedarse en casa como recomiendan las autoridades, tiene que salir para llevar el sustento a su hogar, pidiéndole a Dios poder regresar con bien con los suyos.

Foto: Celso Castro Castro | El Sol de Acapulco

“Mire mi amigo, créalo que ya deseo que esto termine, pero veo que el regreso a la normalidad va estar complicado, porque el gobierno federal focaliza la reincorporación a la vida rutinaria en indecisiones y esto aleja el estado de bienestar que todos buscamos, porque ya vimos que la crisis pandémica desnudo las limitaciones de las autoridades y así no más no va caminar el sistema productivo”, indica, al tiempo que ofrece sus servicios a unas personas que caminan por esa zona.

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