Más de 500 días han transcurrido, desde aquella noche que un fuerte movimiento telúrico sacudió al estado de Guerrero y aún más a Acapulco.
El fraccionamiento Pedregal de Cantaluna, ubicado en la zona Poniente del puerto una de las dos unidades habitacionales más afectadas por el sismo del 7 de septiembre 2021.
Lo que para muchos era un sueño el tener un hogar, hoy se convirtió en una bola de nieve, llevando consigo infinidad de problemas y una bomba de tiempo.
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Los edificios en su mayoría resultaron con severas afectaciones estructurales por lo que algunas de las 720 familias que vivían ahí, tuvieron que emigrar a otras viviendas, ya que preliminarmente Protección Civil Estatal había dictaminado como inhabitable.
Noches enteras en tinieblas pasaron en los estacionamientos de la unidad, algunas veces con lluvias, los afectados sufrieron ante la incertidumbre de vivir otra catástrofe similar y ante las réplicas generadas.
El 90 por ciento de los habitantes un mes después del sismo tuvieron que salirse de sus departamentos por el dictamen preliminar de dio Protección Civil Estatal.
El resto de las familias han permanecido día y noche durante más de un año y casi 5 meses en sus hogares por no tener a dónde ir, habitando con temor.
Sin embargo, para la familia Franco Tlalmanalco conformada por Christian y Melitza, sus días han transcurrido bajo ese techo cuarteado y con la zozobra de que pueda presentarse otro movimiento sísmico de mayor magnitud que el de septiembre de 2021.
Los motivos de continuar en su hogar son debido a que se quedaron sin empleo durante la pandemia del Covid-19, y no tener a dónde ir, además de tener el temor de perder lo que con sacrificio han ido pagando; su vivienda.
A pesar, de que han sido atendidos por el gobierno estatal y federal al pagarse un dictamen a una empresa privada el cual tuvo un valor de 2 millones de pesos, no hay una respuesta de qué pasará realmente con las viviendas, si serán reconstruidas en el mismo lugar u otro, o se les devolverá el dinero invertido y la empresa constructora Paquimé no les ha dado la cara.
Por lo menos, los créditos de ISSSTE e Infonavit fueron retenidos y sin incremento de interés.
La confianza que han puesto en los gobiernos, es lo que los mantiene con la esperanza de que sus hogares serán reconstruidos de la manera correcta y segura, y que muy pronto pasará esta “pesadilla”, de haber visto en segundos sus hogares afectados.