Con la idea de detonar turísticamente a Puerto Marqués, se invirtieron más de dos millones de pesos en el cocodrilario que se ubicó a la orilla de la laguna negra y serviría para la crianza de cocodrilos, el cual contaría con un observatorio, cabañas y se harían paseos en lanchas, pero fue un total fracaso.
Corría el año 2010, cuando el entonces gobernador de Guerrero, Zeferino Torreblanca Galindo, planeó un proyecto que estaría sustentado en la preservación del cocodrilo, por lo que se hizo un estudio y se buscó un sitio que permitiera la crianza de estos reptiles, pero a la vez que se detonará el turismo de aventura.
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Ese cuerpo lagunar, a pesar de recibir descargas de aguas negras de hoteles y nuevos desarrollos habitacionales, se mantuvo como sitio ideal del proyecto del cocodrilario y se veía como un atractivo turístico que generaría un gran impacto nacional e internacional para la zona de Puerto Marqués.
El funcionamiento del cocodrilario cumplió con todas las normas ecológicas y ambientales que marcan la ley, se dio cumplimiento a la que marca las Unidades de Manejo Ambiental (UMA) que determinan la conservación de la vida silvestre e impulsar la cría de estos reptiles en un ambiente como lo representó en ese momento la laguna negra de Puerto Marqués.
Bajo esa premisa, se empezó con la construcción de cabañas, puentes de madera y atracaderos de las lanchas que harían los paseos por ese cuerpo de agua, que en ese entonces conservaba manglares y flora endémica, además de especies como garzas y otras aves propias de esa zona natural.
Sabás Arturo de la Rosa Camacho, en ese entonces titular de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semaren), estuvo al frente del proyecto y sería el responsable de garantizar la buena operación del cocodrilario.
El presidente del Colegio Internacional Profesional Especializado en Turismo y Gastronomía (CIPETURG) Capítulo Estado de Guerrero, José Luis Basilio Talavera, dijo que las expectativas eran de gran aliento, en virtud de que finalmente se estaba impulsando un nuevo concepto de turismo alternativo en el puerto de Acapulco.
Aseguró que en lo personal pensó que estaba bien planificado y auguró que los cocodrilos atraerían a turistas nacionales y extranjeros, que gustan de observar estos ejemplares en cautiverio, pero sobre todo, el poder recorrer en lancha y admirar el manglar, así como todo el paisaje natural.
Sin embargo, a los pocos días de que se abrió al público, se abandonó el proyecto; quienes se supone que estarían administrando esta área que fue inaugurada por el propio gobernador Zeferino Torreblanca Galindo, no se les volvió a ver por el lugar.
Tampoco De la Rosa Camacho mostró interés de rescatarlo, quizá porque estaba próximo de concluir el sexenio del tapatio Torreblanca Galindo, lo cierto es que las cabañas, las áreas de descanso, mucho menos los puentes de madera lograron sobrevivir al abandono y al tiempo.
Los reptiles que estaban en cautiverio, escaparon de la reserva natural y poblaron la laguna negra de Puerto Marqués, al grado que se convirtieron en un serio peligro para la seguridad de los vecinos y turistas, pues existen ejemplares de hasta tres metros de largo que han salido de la laguna.
En un reciente recorrido realizado en la zona, no existe nada, las cabañas están en ruinas y se levantó una gran barda en todo ese perímetro, que sirve para impedir que algún cocodrilo salga y ponga en riesgo a los vecinos o a los propios turistas.
Incluso, entre la maleza y la fauna de la laguna negra de Puerto Marqués y Playa Revolcadero, se pueden observar a grandes reptiles, que salen de su hábitat y son admirados por quienes acuden a esos dos sitios turísticos, minimizando el peligro que representan, principalmente para los menores de edad.