Nacido en el barrio del Pozo de la Nación en Acapulco, considerado como el primer y único beato porteño, Bartolomé Díaz Laurel fue conmemorado por la iglesia católica este sábado siete de julio, a 151 años de haber obtenido ese grado, debido a que representa el ejemplo de que siempre será posible alcanzar la santidad.
Beato es el primer paso antes de alcanzar el grado de Santo y le fue otorgado al acapulqueño en el año de 1867 por el papa Pio IX, luego de que Bartolomé fue quemado vivo en la hoguera por dedicarse a evangelizar en Japón, cuando en este país se encontraba en medio de una persecución muy dura contra la iglesia, alcanzando lo que para los católicos se conoce como la Palma del Martirio, porque es un triunfo que un creyente dé su vida por Jesucristo.
Al respecto, el párroco del barrio de Tambuco, Juan Carlos Flores Rivas, aseguró que la historia de Díaz Laurel debe significar un ejemplo de santificación y de que en Acapulco no todo es inseguridad y muerte, por lo que hizo un llamado al acercamiento a la historia.
“Celebrar a un mártir significa celebrar que siempre será posible alcanzar la santidad, incluso en nuestro Acapulco tan lleno de desesperación, de violencia y de muerte, tenemos el ejemplo de un joven que entrego su vida hasta el extremo de dar todo su ser, de manera que siempre sui buscamos con honestidad la verdad la vamos a buscar”, señaló.
