El director de Vía Pública de Acapulco, Raúl Ceballos Carbajal, comparó el fenómeno del comercio informal con el cáncer, “porque no tiene cura, es más, es como la diabetes, tampoco tiene remedio pero se puede controlar”.
El funcionario municipal con esto justificó que no se logren avances sustanciales en los operativos de reordenamiento y recuperación de los espacios públicos y peatonales, porque tampoco cuenta con un padrón de hombres y mujeres que ejercen la vendimia en las calles del puerto de Acapulco.
La ciudad, actualmente, sufre de una invasión de espacios públicos, en sus principales calles y avenidas, en donde la postal cotidiana son la instalación de casetas metálicas en banquetas y arroyo vehicular, el surgimiento de puestos semifijos de venta de comida y hasta expendios de bebidas alcohólicas en vehículos particulares.
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Al respecto, argumentó que el comercio informal está bien organizado y algunos tienen hasta 20 años invadiendo la vía pública, por lo que pretender retirarlos es complicado “es como un árbol que se dejó crecer sus raíces y ahora que ya creció es imposible enderezarlo; cortarlo sería una masacre (sic)”.
Ceballos Carbajal en su defensa, aseguró que este fenómeno social se padece hasta en los países de primer mundo como Dubai, aunque admitió que aquí están más ordenados, empero, se trata de comercio informal, que lo mismo se instalan en una banqueta que a las afueras de un edificio público.
En su caso, señaló que se han retirado casetas metálicas de las calles, de Las Cruces, La Sabana, en la central de abastos, Zapata y Renacimiento, sin soslayar otros puntos de la ciudad, aunque también se está reordenando a los propietarios de casetas que están sobre el bulevar “Vicente Guerrero”.
En este caso se les pide que retiren las estructuras que miden 10 y 20 metros, porque la Ley de Ingresos en su artículo 33, si bien es cierto, permite este tipo de armazón que se coloque en la vía pública, pero deben de ser de 2 metros por uno, así también que estos no obstruyan el libre tránsito de vehículos ni de personas.
Por eso, se les solicitó que desmantelen las casetas metálicas grandes y que respeten la ley; por otro lado, reconoció que no se les puede retirar con el uso de la fuerza pública debido a que por la antigüedad adquieren derechos y es complicado quitarlos “por eso digo que este fenómeno social es como el cáncer. No tiene cura”.