La pesadilla parece repetirse. Once meses se cumplen este 24 de septiembre del paso devastador del huracán Otis y hoy John vuelve a recordar la fuerza de la naturaleza.
Son las 12:14 horas de la madrugada. Desde la ventana miramos como los fuertes vientos de un nuevo fenómeno hidro meteorológico vuelven a impactar a Acapulco.
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El estruendo de las ruidosas láminas galvanizadas que aún no han sido colocadas en los techos de las viviendas, vuelve a avivar los sentimientos.
El miedo embarga a algunos de los ocupantes de la casa. Las ventanas pueden quebrarse como cuando pasó Otis casi a la misma hora, pero el año pasado.
Las mujeres y los niños bajan a refugiarse con la abuela y la suegra, mientras me mantengo vigilante en la ventana, mirando el movimiento brusco de los árboles que revivieron tras haber sido arrancados por vientos mayores a los 350 kilómetros por hora en octubre pasado.
Desde el cerro de la colonia 20 de Noviembre se observa cómo truenan y sacan chispas los transformadores, lo que genera más temor entre la familia.
La luz va y viene. Las lluvias continúan, ligeras, pero es más el sonido de las láminas el que atemoriza.
El recuerdo del paso del huracán está presente. El sueño se espanta con el sonido.
Hoy será una noche en vela, esperando que la naturaleza no vuelva a hacer de las suyas en la ciudad.
