En su frente se dibujan las líneas que marcan el paso del tiempo, que no perdona, de andar lerdo, manos temblorosas, pero con esa ansiedad de seguir disfrutando de este plano terrenal, hasta que rinda cuentas al creador, don Anatolio, en el Día del Abuelo, no hay nada que festejar.
La mayoría de los abuelitos, tuvieron que trabajar en los diversos oficios que ejercen en la recta final de su existencia, olvidados por sus seres queridos y viviendo en solitario, en este día que debiera ser de reencuentro con la familia.
Está no fue la excepción de don Anatolio, la soledad es su compañera, no recuerda el tiempo de la última vez que tuvo roce con sus seres queridos, pero si le viene a la mente que tuvo una familia, la cual se disolvió, un día se despertó sólo, sin hogar ni nadie que viera por él, las calles se convirtieron en su hogar, "donde quiera es bueno, no más que haya sombra o que me cubra de la lluvia".
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Don Anatolio presume que en ocasiones logra juntar algo de dinero de la pepena, compra un poco de comida y cuando le gana la nostalgia se echa un alcohol, "para olvidar que estoy sin nadie en la vida y que me ayude a seguir viviendo, no se cuanto tiempo, pero que me permita llegar al final de mi existencia en paz.
Con dificultad para agacharse, recolecta cartón, botes de plástico y objetos que tengan algún valor, pero en ocasiones junta botes de aluminio, que después vende por kilo, aunque esto le signifique caminar largas distancias.
Por su avanzada edad, le cuesta trabajo también articular palabras, entre voz entrecortada, le viene a la mente, que de joven fue estudiante, pero debido a su precaria economía tuvo que trabajar y no terminó la carrera, así que la hizo de todo para aportar al sostén de su familia.
Al final, la vida lo puso en el ocaso de su existencia en las calles, viviendo de la pepena, no tiene patrón, aunque su labor la inicia con los primeros rayos del sol, pues llegar primero a los depósitos de basura le reditua el poder juntar más botes de aluminio y botellas de plástico.
Sin embargo, este Día del Abuelo, nadie le va a festejar, aunque hay algunos que le dicen abuelo, por respeto a sus canas, aunque su realidad sea distinta, con su soledad acuestas y con un enorme vacío, por eso vive cada día, con entusiasmo y a la espera del final de su existencia, cuando le llegue su momento.