Con 82 años de edad y unas ganas de vivir "el tiempo que Dios disponga", Aristeo Velázquez Ramírez dice que este Día del Padre no hay nada que festejar y lo hará en la más completa soledad.
Abordado en la calle Hernán Cortés, a un costado del centro comercial "Costera 125", en donde acomoda carros, recuerda que llegó de su natal Veracruz al puerto de Acapulco en 1971, como infante de la Armada de México, hasta 1974, fecha en que solicitó su baja "tuve un accidente automovilístico en la Costa Grande y fue la causa que dejara mi carrera militar".
Dijo que fue casado con la señora Eva Hernández Cruz, con quien procreó ocho hijos, cuatro mujeres y cuatro hombres, pero quedó viudo en el mes de abril del 2013, fue cuando quedó totalmente solo, "mis hijos se casaron y nunca supe más de ellos".
Al tocar este tema, una lágrima escurre en su mejilla, que presuroso la limpia con la franela que usa para limpiar los vehículos que quedan bajo su cuidado, enseguida asegura que ya se acostumbró a la soledad, pero admite que antes de morir le gustaría conocer a sus nietos y saber cómo están sus hijos.
Aristeo revela que tiene un mal recuerdo de sus vástagos, pues cuando murió su esposa, como viles delincuentes vendieron todos sus muebles y cosas de valor, pero logró rescatar la casa, la cual tuvo que vender y con este dinero enfrenta las temporadas de las "vacas flacas", como él dice cuando son días malos y con lo que saca como acomodador de autos, tiene para comer.
Actualmente, vive en la colonia Nueva Revolución, por Arroyo Seco, en donde sólo llega a dormir, porque todo el día trabaja, "mi horario empieza a las 8:00 de la mañana y termina a las 7:00 de la tarde, de lunes a sábado, "a veces gano entre los 50 a 200 pesos, cuando hay muchos carros y con esto la voy pasando".
Confiesa que no todos le dan propina, hay personas que a pesar que los ayuda a estacionarse y les cuida sus vehículos, al final ni las gracias le dan, pero con lo poco que sale cubre sus pasajes y le alcanza para echarse un taco.
El señor Aristeo Velázquez Ramírez dio gracias a Dios porque no se ha enfermado y durante la pandemia tuvo que rifarsela, por fortuna nunca se contagió de Covid-19 y ya se vacunó, pero sigue cuidándose "porque dicen en las noticias que hay todavía peligro del virus".
Sobre el festejo del Día del Padre, ni se acuerda cuándo se celebra, porque a él nadie se lo recuerda y sus hijos nunca le han hablado o visitado para al menos que sepan cómo vive.
Finalmente, regresa a cuidar los vehículos que tiene a su cuidado "a ver si la pinto antes de que llueva, porque me dijeron que hay un ciclón aquí cerca, lo dejo".
Y así, con su andar lento, regresa a seguir con su oficio que ha ejercido durante 22 años en esta calle, en donde todos lo conocen y le tienen respeto por ser un hombre dedicado a su trabajo, a su tiempo y a seguir la vida, solo.