Con extraordinaria habilidad y destreza, "bolea" un par de zapatos don Camilo Benítez Vargas, quien a sus 80 años de edad, sigue sosteniendo su hogar con su oficio de bolero.
Sobre la calle Quebrada y con su cajón inseparable , en donde guarda con celo sus artículos de trabajo, con ritmo cepilla un zapato y con la otra mano lo sostiene , con su mirada aguda detecta cualquier mancha.
Sin distraerse, salvo cuando pasa alguna atractiva joven se le desvía la mirada por segundos, don Cami, como es conocido por sus clientes de la Comisión de Agua Potable y Alcantarillado del Municipio de Acapulco, presume que tiene lugar ya más de 30 años en ese con su oficio de lustrar calzado.
Trabajando como bolero les costeé sus estudios a mis hijos, la primaria y la preparatoria ...
-¿Algunos siguió sus pasos?
No, que me van a seguir, ellos trabajan en otra cosa, yo no he dejado mi profesión y tengo buenos clientes, de aquí salió para mantenerlos, educarlos y para sus estudios jovenazo.
Hace una pausa para revisar el zapato que sostiene y al detectar que no brilla parejo, de nuevo le da otra cepillada.
-¿Dónde vive usted?
Por la Industrial, la colonia más segura de Acapulco, allá no hay mañosos, pura gente honesta ...
-¿Dónde mero?
Por el Retorno, desde ahí me vengo todos los días al centro para atender a mis clientes ya los que me salen en el camino.
-¿Se le ve todavía fuerte?
Pues fíjese que no me enfermó, mi trabajo me da fuerza y aquí le sigo dando.
-¿Ya se vacunó?
Deja el calzado y toma su mochila y saca una hoja enmicada, y contesta con orgullo: "ya me puse las dos dosis contra el Covid-19. Mire aquí traigo mi certificado, aquí, vea, señala abajo que ya me puse las dos vacunas ".
Don Camilo Benítez reconoce que en estos tiempos la maldad se da en cualquier esquina, por eso invita a los jóvenes que si tienen vicio de alcoholismo o de drogas, acudan a los centros de atención y al templo a orar a Dios.
Con esto concluye la entrevista y sigue con su trabajo de bolero, en ese mismo pasillo que ocupa desde hace más de 30 años, donde ha visto funcionarios llegar y salir, a los que ha tenido la oportunidad de "quitarles" el polvo de sus zapatos .