Era la madrugada del 9 de octubre de 1997, el aire empezó a tomar fuerza y una pertinaz llovizna empezó a caer sobre el puerto de Acapulco, sin que autoridad alguna alertara de la magnitud del huracán “Paulina”, que al tocar tierra dejó una estela de muerte y daños en este balneario del Pacífico.
La ciudad sufrió uno de los peores golpes de la naturaleza, que tomó por sorpresa a la población y que dejó al descubierto la vulnerabilidad de este destino de playa, con la intensa lluvia que desbordó ríos y arroyos, arrastrando todo a su paso.
Las familias que habitaban en los cauces y laderas fueron las primeras víctimas de aquella madrugada, pues sus hogares fueron destruidos en cuestión de minutos y otros más quedaron bajo toneladas de tierra y piedras, con sus moradores adentro.
Aún está fresca en la memoria de los que sobrevivieron al embate de este fenómeno hidrometeorológico, la impotencia de las personas de no poder hacer nada por sus seres queridos, pero aún más, que a pesar de que se supo de la trayectoria del huracán, no se alertó a la población.
Los primeros rayos del sol dieron cuenta de la magnitud de la tragedia, al descubrir flotando en los encharcamientos que se formaron en la parte baja de la ciudad, los cuerpos de hombres y mujeres, incluso, de menores de edad.
La costera Miguel Alemán, en algunos de sus tramos, quedó bajo toneladas de lodo y agua, observándose las extremidades de alguna de las víctimas, que sobresalían de entre los escombros y la fuerte corriente del río El Camarón, arrastraba madera y lámina de cartón de las casas de quienes habitaban en las zonas de alto riesgo.
La lluvia no cesó y esto dificultó las labores de rescate de los sobrevivientes, la ciudad quedó totalmente incomunicada, pues los daños fueron incalculables, las principales calles y avenidas quedaron destrozadas, lo que obligó a los cuerpos de rescatistas ir a pie a las zonas más afectadas para auxiliar a los damnificados.
Cuando finalmente hubo intervención del gobierno federal, se agilizó la ayuda y finalmente se dio una cifra de muertos, que fueron 400 según el parte oficial, pero dada la magnitud de los daños que causó el meteoro, se habla de miles de víctimas, entre estos cientos de desaparecidos, de quienes jamás se supo sus nombres.
A unas horas de que se cumplan 20 años de aquel amargo episodio, la ciudad sigue a merced de los fenómenos meteorológicos y de los sismos, se ha avanzado en el tema de la prevención, pero no se aprendió nada de aquella tragedia.
El coordinador de Protección Civil y Bomberos, Sabás Arturo de la Rosa Camacho, reveló que en el puerto se tiene un registro de más de 15 mil familias que habitan en zonas de alto riesgo y humedales, la mayoría ocupan las mismas zonas que impactó el huracán “Paulina”.
Hoy en día para fomentar la cultura de la prevención en materia de protección civil, se ha implementado una constante capacitación en diversas áreas y ámbitos, tales como empresas privadas, escuelas, oficinas de gobierno y hospitales, donde las capacitaciones van desde qué hacer antes, durante y después de un siniestro.
Se les capacita en la introducción a la protección civil, evacuación, señalización, entre otros; en las zonas de alto riesgo se realizan simulacros de evacuación y se revisan refugios temporales.
Cabe mencionar que este año se implementaron comedores comunitarios que en caso de una emergencia atendería los refugios temporales.
Se formaron comités vecinales de protección civil en las 25 zonas de riesgo, donde la población será el primer respondiente ante un desastre.