Después de haber procreado a cinco hijos y a pesar de perder una pierna por dos impactos de bala al sufrir un asalto, Clemente Odilón de Jesús, es uno de los muchos hombres que deambulan por plazas y calles de Acapulco pidiendo una limosna para poder subsistir y que se quedan sin festejar el día del padre.
Mientras pedía apoyo económico a los fieles católicos en la entrada principal de la catedral de Nuestra Señora de la Soledad en el Zócalo de Acapulco, el señor Clemente relató a sus 17 años de edad ingresó a las filas del Ejército Mexicano, en donde permaneció por 12 años, tiempo en el cual vistió y calzó a sus cinco hijos con el buen salario que recibía.
Tiempo después, la intensión del hombre oriundo de San Luis Acatlán, de emprender un negocio lo llevó a tramitar su baja en la institución castrense y al ser víctima de un asalto perdió la apierna izquierda de dos balazos, por lo que, desde entonces, perdió su patrimonio y a su familia, siendo obligado por la necesidad a salir a las calles en búsqueda de la caridad.
“Ninguno de mis cinco hijos me llama o si quiera me manda para un taco, a lo mejor no fui el mejor padre, pero comida y ropa tenían, y buena comida, de eso no se pueden quejar. Aquí la gente me ayuda con lo que puede y no me puedo quejar”, dijo.
Este padre no tuvo festejo alguno el tercer domingo del mes de junio, pero aseguró que eso no le quita el aliento y a pesar de que ya no puede valerse por sí mismo, disfrutará de los días que le falten por recorrer, sentado en su silla de ruedas y saliendo a la calle para buscar el pan.