Si no quieres morir de hambre debes ser emprendedor y aceptar los desafíos de la vida, asegura Jorge, quien nunca se ha rendido cuando el panorama le pinta mal.
Conocido por sus amistades como "Jorge Carbón", porque ha sido propietario de pequeños restaurantes donde vende tacos y comida corrida, acepta que le ha buscado para sostener a su familia.
Entrevistado brevemente después de cerrar un trabajo de albañilería, refiere que desde niño sus padres le inculcaron la cultura del trabajo.
Es así, como se inicia en el arte culinario, abriendo un pequeño restaurante en la Progreso, ahí aprendió a preparar guisados con su propio sazón.
Por cierto, fue como viene lo de "Jorge Carbón", porque así se llamó su primer negocio y lo siguió conservando cada vez que cerraba un local y abría otro, porque así lo identificaban sus clientes, dice.
Pero también incursionó en el negocio de los cantabares, pues abrió uno sobre Cuauhtémoc, con razón social "Don Gato y su Pandilla", el cual traspasó porque se desvelaba mucho.
Jorge precisó que volvió a los tacos y finalmente incursionó en el trabajo de contratista, donde aprendió a relacionarse con ingenieros y maestros de obra, con quienes edifican casas o las modifican.
Aseguró, que, como todo en la vida, tiene también sus propias reglas, por eso es que no hay hora de descanso y tiene que sostener reuniones hasta por la noche, pero al final vale la pena.
A lo largo de su vida, asegura que no se arrepiente de lo que hizo, por el contrario le da gracias a Dios, por permitirle salir adelante y formar a sus hijos, con su esfuerzo y su trabajo.